Imposible decir que murió la trova

Fiorella Franco Duany
21/3/2018

A 56 años de su creación, el Festival de la Trova Pepe Sánchez llena nuevamente las calles de Santiago de Cuba bajo la batuta de Eduardo Sosa. La Trova, una de las configuraciones musicales más distintivas de la cultura musical cubana, de profunda raigambre popular, aunque en su etapa fundacional tuvo contactos con géneros como el canto operístico y la canción de concierto, busca romper con toda letra fácil y ligera, haciéndonos llegar un lenguaje profundo, cargado de sentimientos y emociones, que nos educa con valores tanto humanos como patrióticos.

De todos los rincones de Cuba llegaron trovadores, para hacer gozar a Santiago y a su gente. Jóvenes, no tan jóvenes, unos ya usuales en las calles de la urbe, otros se enfrentan por primera vez a la magnitud de una fiesta como esta.

 Se mantienen la guitarra, la poesía, el cantautor y el deseo de hacer una música distinta. Foto de la autora
 

El Salón de la ciudad dio la bienvenida a los participantes del encuentro, quienes luego se dirigieron al Parque Céspedes santiaguero, donde se unieron figuras de alto quilate como Pepe Ordaz, el dúo Así son, el septeto Moneda Nacional, Annie Garcés, Augusto Blanca, William Vivanco, y otros. Este mismo lugar sirvió como colofón de la fiesta.

La obra de los trovadores siempre ha estado vinculada profundamente a la realidad social y política del país.

Un ejemplo de los representantes que estuvieron junto al público santiaguero durante estos días fueron Tony Ávila e Iraida William, quienes dieron su opinión acerca del género y su influencia en la capital del Caribe.

“La trova tiene mucho de solemnidad, de trovador en silla, mucho de discurso y de poética. Todo trovador tiene una misión muy importante, que es compromiso, responsabilidad, es cuestionamiento, hacer preguntas y buscar respuestas.”

Así aseveró Tony Ávila en la Calle Heredia, emblemática por su Casa de la Trova, en medio de La Gran Trovada.

“Quitarle el Festival de la Trova a Santiago sería como quitarle una parte del cuerpo sana a una persona. Este evento ha logrado que vengan y que participen mucho público joven, que asiste a los espacios, y a esos jóvenes hay que apoyarlos y ayudarlos mucho. Cada vez vienen más trovadores al evento, lo que es crucial, la trova es la herencia, lo que dejaron los más viejos, es ese bastón que te dan y debemos saber defenderlo, con el ejercicio sistemático, y orientado hacia un destino saludable, de esta manera la trova va a estar bien, se va a mantener”.

El Festival de la Trova, tan esperado por los cubanos y más por los santiagueros, se presta para una promoción de la música tradicional cubana y propicia el encuentro entre las diversas generaciones de músicos que cultivan dicho estilo.

Con el transcurso de los años, más jóvenes creadores, guitarra en mano, han continuado, cada vez, con una personalidad más propia, esa propuesta estética que hace más de 30 años se llamó y continúa reconociéndose como Nueva Trova.

Tal es el caso de Iraida William, que llegó desde Las Tunas para brindar un poco de su música en Santiago de Cuba:

“Cuando los jóvenes tocamos este tipo de género tenemos que saber por qué, de dónde venimos, para saber a dónde vamos, y eso es importante, Santiago es la cuna de muchos trovadores importantes, que nos han dejado un legado a defender. La nueva trova es un fenómeno muy fusionado, por el gran universo sonoro que nos está influenciando. Muchos jóvenes están asumiendo el género e incorporándolo a su vida. La canción trovadoresca siempre ha dicho mucho, siempre ha sido la manera de llevar un mensaje, desde la vieja trova, la canción protesta, es una forma de comunicar lo que pasa en la sociedad, seguimos criticando, haciendo crónicas sociales, contando historia, y esta es una manera de mantener nuestra cultura”.

Desde los años 80 se viene hablando de una Novísima Trova, pero aún después han surgido otras oleadas de generaciones. Lo cierto es que se mantienen la guitarra, la poesía, el cantautor y el deseo de hacer una música distinta a la que se rige por los patrones convencionales, y sin concesiones al estándar impuesto por los mercados de la música.