Humor subversivo para la resistencia femenina

Indira Hernández Alonso
21/2/2020

Desde la Casa de las Américas, y como una práctica de liberación, fueron revisitados los contestatarios y feministas cuentos de la escritora Laidi Fernández de Juan, para pensar sobre la renovación del humor convencional en el subversivo, ante el silenciamiento del discurso femenino en el espacio público.

Coloquio Internacional “Humor, ironía, parodia y otras tretas de las mujeres para re/des/construir
la historia y la cultura latinoamericanas y caribeñas”. Fotos: Abel Carmenate

 

El panel formó parte del Coloquio Internacional “Humor, ironía, parodia y otras tretas de las mujeres para re/des/construir la historia y la cultura latinoamericanas y caribeñas”, que se extendió del 17 al 21 de febrero.

La puertorriqueña Melba Ayala Ortiz, del Centro de Estudios Avanzados en San Juan, se valió de interesantes y oportunos relatos de Laidi Fernández para, precisamente, exponer cómo diferentes autoras feministas utilizan el humor como arma de resistencia, expresión de lo ridículo y lo absurdo. A ello abren las posibilidades los cuentos citados en el panel: “Clemencia bajo el sol”, “Oh, Vida”, “Piña Colada” y “Comando Perro”, todos de tono jocoso y reflexivo.


 

Por ejemplo, la historia de “Clemencia bajo el sol”, de Laidi Fernández de Juan, —en el que la trama recae en una mujer acusada de asesinato y que para confesar su crimen se vale de un monólogo con mucho humor sagaz— deja entrever el machismo, la infidelidad, la violencia conyugal y la desigualdad. Se desarrolla además durante el Período Especial cubano; porque la literatura de Laidi “no se da en el vacío”.

La ponencia de la puertorriqueña: “Reír para denunciar: el humor como estrategia subversiva en los cuentos de la narradora cubana Laidi Fernández de Juan” partió de una premisa, una frase que abre el diapasón para entender a la risa como “la forma más inmediata de liberación de los que nos oprimen”, según expresa la poeta mexicana Rosario Castellanos.

Estudios recientes en torno al humor femenino han argumentado que el humor en textos contemporáneos escritos por mujeres es empleado frecuentemente como una estrategia para protestar contra códigos de comportamiento tradicionales, y para contribuir a la desmitificación de los tabúes.

Una de las más prominentes escritoras latinoamericanas de textos humorísticos y ensayos sobre el humor fue la escritora y ensayista mexicana Rosario Castellanos. En uno de sus ensayos propone el uso del humor como estrategia tanto de crítica como de liberación.


 

Para entender esta práctica literaria, Ayala Ortiz parte de un marco teórico aportado por Pierre Bourdieu, autor que trata el fenómeno de la dominación masculina desde el prisma de un sistema patriarcal, que ha hecho uso del humor para neutralizar a las mujeres y hacerlas aceptar como natural su posición subalterna.

El humor —acota Melba— se convierte en “un habitus patriarcal en el orden social, en un capital simbólico esbozado por este teórico”. Aquí entra entonces el contrataque inteligente, como el de la narradora Laidi, quien teje en sus relatos la inventiva de hilar otros imaginarios con el mismo recurso; ella crea otras alternativas de resistencia, desde la risa y sin perder de vista a ese humor y su vínculo con las estructuras de poder.

Médico de profesión, entregada a la Misión Internacionalista en África, Laidi decide ponerse a escribir. Sus obras refieren el mundo de lo femenino, lo cotidiano, la maternidad y de la cubanía, matizados con la ingeniosa utilización del humor.

Entre otros, ha publicado los libros Dolly y otros cuentos africanos (Letras Cubanas, 1994). Por la autenticidad con que narra el mundo de lo femenino, lo cotidiano y la cubanía, ella ha merecido el Premio de cuento Luis Felipe Rodríguez, de la Uneac, en dos ocasiones (1998 y 2014), con “Oh, vida” y “Sucedió en Copperbelt”, respectivamente.


 

La ponencia no es homenaje a una mujer que dice que no puede incluso llamarse a sí misma periodista; es más, representa una invitación a su obra, al debate, desde la literatura que se vale del humor perspicaz para proyectar luz hacia estos esquemas de pensamiento que se vuelcan sobre la violencia simbólica.

Entonces algo se nos revela: “La capacidad de crítica, de análisis y actuación no deviene el objetivo último. Es un proceso, una propuesta a una distribución más equitativa”.

También, Mary Berg —estudiosa del Women´s Studies Research Center, de la Brandeis University de Estados Unidos, y traductora del español al idioma inglés de muchas de las obras de Laidi— abordó ese humor en cuentos cortos recientes de ella, quien ha sido traducida al inglés, al alemán, al francés, al italiano y al yiddish.

Asimismo, el panel alcanzaría luego otro nivel con la también oportuna intervención de María Antonia Borroto, profesora de la Universidad de las Artes de Camagüey, cuando destacó la elevada narratividad de sus creaciones cronicadas, que se valen de recursos como la repetición pícara e intencionada y un ritmo sin igual. Así, nos develó cómo, a través de “un costumbrismo de faldas”, Laidi representa a la mujer y a La Habana.

Para finalizar la ponencia, la sala se colmó de personas que no querían perderse fragmentos de la obra de teatro La Cita, con Venecia Feria y Andrea Doimeadiós como actrices, y bajo la dirección de Osvaldo Doimeadiós.

 Como parte del Coloquio  se ofrecieron fragmentos de la obra de teatro La Cita, con Venecia Feria
y Andrea Doimeadiós, y bajo la dirección de Osvaldo Doimeadiós.

 

Esta pieza va constantemente a la cultura universal mediante interesantes asociaciones y personajes (y situaciones relacionadas con ellos), tan diversos como Santiago Pita, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Julián del Casal, Félix Pita Rodríguez o Fernando Ortiz. Es como una especie de bombardeo intelectual donde quien no comprende al menos disfruta de las ocurrencias. La Cita ofreció un humor intertextual y bien pensado, cargado de múltiples referencias a la historia de la cultura universal y, sobre todo, a la cubana.

En el Coloquio estuvo “Margot”, con un genial Doimeadiós.
 

El público no se aburrió. Luego estuvo “Margot”, con un genial Doimeadiós que se travistió y Yaisú, el monólogo de Laidi que dejó en los presentes un texto de una naturaleza donde nuestras angustias y apremios van de la mano con el disparate, y eso llega a hiperbolizarse en un personaje como Yaisú.