Halloween en Cuba: ¿folclor de clase B?
1/11/2017
Las festividades populares que arraigan en la tradición de los pueblos, provienen de diversas estancias evolutivas en la historia de sus manifestaciones. El carnaval, como ejemplo emblemático, lleva de fondo un largo periplo de ritual religioso y celebraciones paganas en Europa. Sus formas se han diversificado en América Latina y han dado lugar a espectáculos que son hoy patrimonio cultural para la humanidad. Por lo general estas fiestas propician la descolocación de la rutina industrial de la sobrevivencia e invierten las hegemonías del mundo en que viven los sujetos que de ellas participan. Cuando se cristalizan sus prácticas, algunas llegan a ser masivas, posesivas, irracionales en uno y otro evento de los que las conforman.
Otras, como tantas de las que analiza Frazer en su clásico La rama dorada, centran su accionar en la relación misteriosa entre el ser humano y los espíritus que determinan el curso de su vida. Las cencerradas, diversas, que nutren el folclor universal, van de estos objetivos a la denuncia acusatoria de disyuntivas en el comportamiento ciudadano. Así tenemos en Cuba, por ejemplo, el toque de fotuto, que se ejerce sobre aquellos hombres que han aceptado una mujer que antes le fuera infiel, o lo dejara. Culmina su ritual –que no su fiesta– cuando el interpelado entrega la botella de ron a los tocadores de fotuto.
Las celebraciones de Halloween se han arraigado en el mundo anglosajón, sobre todo en el contexto norteamericano, donde la industria cinematográfica genera y reproduce patrones de conducta capaces de reproducir y generar productos que en serie se fabriquen. No es tan antiguo este boom, aunque la tradición tenga su origen en aquellos mismos tiempos en que se forjaban las prácticas paganas asociadas a las celebraciones de la Iglesia Católica, ideológicamente imperante en el mundo occidental; data, apenas, de la década del 70 del pasado siglo XX.
La puja por llevar a las costumbres populares un ritual que preanuncie la víspera de Todos los Santos, aunque esta olvide en su práctica el motivo religioso, como con tanta naturalidad ocurre en el folclor, se había mantenido en los Estados Unidos con cierta regularidad. No consiguió expandirse, sin embargo, como lo hiciera a partir de que el cine la incluyó en series de terror de clase B que lograron altos resultados de venta y de reproducción de sus patrones estéticos. Paradójicamente, rompe la norma católica de relación con la festividad pagana, pues los eventos emotivos de su trama se alejan del objetivo religioso, aunque el guion acepte ciertas coincidencias ideológicas. Tampoco, hay que reconocerlo además, es solo la serie de terror la que ha acudido a presentarla, pues en muchos otros filmes posteriores hallamos situaciones incidentales que muestran a los niños llamando a las puertas para pedir el "truco o trato" o, incluso, a personajes protagónicos que se preparan para recibirlos. Son escenas de tránsito en la trama que la memoria colectiva suele retener.
En Cuba, mayormente en La Habana, Halloween ha intentado resurgir cuando nos hemos adentrado en el siglo XXI. Lo ha hecho más a través de las fiestas de disfraces que del reclamo de aguinaldo, que es el que acompaña a la Iglesia a lo largo de su historia, y que a su vez permanece en el mundo anglosajón. Son los jóvenes consumidores de series de TV sus practicantes principales. Es difícil hallar en nuestra historia ejemplos que se le asocien, ni siquiera en la primera mitad del siglo XX, cuando tantos esquemas estadounidenses buscaron imponerse como norma de cultura a imitar. Los que lo hacían eran sujetos aislados, casi siempre encumbrados en las clases más altas, y sus acciones carecían de la capacidad de expansión que el folclor necesita. Era una imitación sencillamente ridícula, de escandalosa incultura y esencia de pastiche.
¿Arrastra el intento de este tiempo motivos más o menos análogos a los de aquellas señoras de dinero ignorante que se disfrazaban? ¿Hay un deseo de convertirse en personaje de la industria audiovisual cuando convocan a Halloween en La Habana del siglo XXI? Los personajes elegidos para disfrazarse acentúan esta idea, pues la inmensa mayoría tiene sus fuentes elementales y precisas en la industria del audiovisual. Desde Batman y Robin, Drácula, Spiderman o hasta el mismísimo Eduardo Manostijeras, son figurillas de cera de la industria del Hollywood.
Tampoco es barato el alquiler del disfraz, por lo que es de suponer que no son de escaso poder adquisitivo quienes se han embullado con la idea. Deslavado acaso de las incidencias concretas de la Guerra Fría, latente en los 70, cuando surge el boom, este intento de trasplantar Halloween a Cuba remeda esa intención de imitadores incultos que no sabían qué hacer con la información que recibían. Plagian, sencillamente, la costumbre anglosajona que la industria cultural ha conseguido descafeinar.
De momento, parecen estos los elementos visibles de la trama. Corresponde a la antropología cultural, si es que tenemos de verdad, estudiar el fenómeno, documentar sus prácticas, para que otras Ciencias Sociales decidan acercarse y emitir conclusiones. Cabe, seamos justos, la posibilidad de que algo insulso y efímero, tan desasido de las motivaciones populares cubanas de cristalización de tradiciones, desaparezca en tanto los estudios científicos intentan despegar. Valdría la pena, a fin de cuentas, que ocurriera. Le habríamos ganado una batalla concreta al ejército de la estupidez y la banalidad con que la industria cultural invade nuestras vidas. Y no hay científico serio que no se alegre de estar alcanzando esta victoria.
En La Habana, es en La Habana!!! Y son mayormente jóvenes los que reproducen esas festividades, empujados por el deseo natural de festejar por cualquier cosa. La mayor parte de ellos solo van a una “fiesta de disfraces” que por demás tiene un nombre pegajoso… Si detrás de esto hay más, búsquenla por la contrparte, ¿dónde se celebran estas festividades? Principalmente en bares, paladares, restaurantes o discotecas particulares o “no estatales” que para vender más, promueven ofertas especiales que bajan el precio de los productos si los comensales llegan disfrazados… Y ni qué hablar de las casas de disfraces, peluquerías, estilistas, que durante estas fechas no paran… Es natural que sucedan estas cosas, ¿por qué las condenamos cuando estamos apostando por una sociedad más informatizada, más abierta, más moderna? El consumismo viene anclado a la modernidad, y Halloween, más allá de ser una festividad reliogiosa ha devenido otra fecha para que los grandes conglomerados se llenen los bolsillos. Eso los trabajadores no estatales cubanos lo han aprendido bien.
De acuerdo, reaccion semejante tuvo el establishment cultural en los 60 ante los “enfermitos”, y en los 80 ante los rockeros. Tranquilo JA, el proximo año nos vestiremos de Catrinas y de Luchadores aztecas. Saludos!
Las fiestas de disfraces son tradición viejísima en el mundo. Aquí en nuestro país siempre se cuestiona el tema y siempre por una cuestión de idiosincrasia, muestra de q continuamos bajo los mismos dogmas y pensamientos arcaicos de hace unos cuantos años. Es cierto que se toma específicamente de la tradición anglosajona, Halloween y todo el tema del consumismo, etc etc. En algo sí coincido y es q la mayoría, por no decir q todos los q para ese día se disfrazan, lo hacen por disfrute y ocio, más q por ideología. Ah, ya no caigamos en el tema de por qué las personas prefieren disfrazarse de un personaje de Marvel Studios o DC Comics y no de los personajes creados por los estudios del ICAIC, ese sí sería un buen artículo, aunque la pregunta es obvia, la reflexión es más profunda, aunque este es también es un tema architratado. La realidad es q en nuestro país carecemos de tradiciones populares q de manera general inciten al disfraz, y el hecho de disfrazarse, convertirse en otro personaje, confeccionar un traje, hacerse un maquillaje, conlleva un poco de creatividad, estilo y gusto y todos gustan de socializar y si se puede hacer de una manera diferente, mejor, todo el mundo quiere transformarse en uno de sus personajes favoritos al menos un día de su vida. Que si los locales generan ganancias con esto… y por qué no? acaso generar y promocionar una oferta es algo malo? Acaso disfrazarse representa la pérdida de la identidad nacional? Antes, para los carnavales la gente se disfrazaba, ya no, habría q preguntarse por qué nuestras tradiciones van perdiendo d a poco fuerza entre las nuevas generaciones y lo q se puede hacer para que los cubanos deseen disfrutar de propuestas más propias de nuestra cultura y con más frecuencia y no seguir en las mismas…
Muy buen comentario Anabel…. por qué no se critica al programa Sonando en Cuba, copia perfecta de La Voz, o a La Colmena TV otra copia de pequeños gigantes…. pero criticar las tradiciones de EUA siempre ha sido costumbre… en algún tiempo se limitó la navidad y ahora se venden articulos navideños en todas las tiendas estatales… ahora si las imitaciones fueran de la cultura africana les llamarian Folclore, y tampoco he visto criticas por celebrar el fin de año según el calendario chino, entonces por qué está mal criticar la de los Estados Unidos si tenemos mucho más que ver con ellos que con otros paises, incluso con algunos que acostumbramos llamar pueblos hermanos… al final solo se critica por temas politcos
Entonces… si tomamos algo de la cultura latinoamericana/africana es folclore, pero si la tomamos de la norteamericana es globalización… eso en mis tiempos tenía un nombre… en fin, que cada cual haga según le dicte el corazón y que sea feliz en consecuencia, mientras no moleste al resto… 🙂
Agrego esta frase de José Martí, que me facilita un ensayo de Adelaida de Juan: «ese original amor de los norteamericanos, en que no entra casi ninguno de los elementos que constituyen el pudoroso, tierno y elevado amor de nuestras tierras» (Obras Completas, T. IX, p. 126). «Aquellas gentes comen cantidad; nosotros, clase.» (p. 127). Espero que ayude al entendimiento de matices y necesidades.
Espero que los defensores del Halloween de clase B no vean en Martí una manifestación de realismo socialista y peligro de parametración
Si, creo que se critica por temas políticos… más exactamente de POLITICA CULTURAL. Esa misma que ha permitido llegar a los niveles culturales y artísticos que hoy podemos exhibir en el mundo entero, y de la que todos los cubanos nos enorgullecemos.
Es un tema complicado que tiene muchos puntos de vista, algunos encontrados. Por ejemplo, yo no coincido del todo con la explicación que da el autor del llamado “folclore”, término por demás, en desuso, y que en nuestro país, preferimos hablar de cultura popular tradicional, patrimonio inmaterial, o patrimonio vivo… pero ese es solo un punto. El otro es la defensa en nombre de la modernidad que se hace de la copia de tradiciones foráneas. Creo que cualquier pueblo del mundo, se mantiene unido, y casi nunca conscientemente, cuando comparten una historia y una tradición común. La lucha de los pueblos originarios en muchas regiones del mundo, particularmente en nuestro continente, es el mejor ejemplo. No podemos imitar por imitar. Hollywood solo ha echado mano de los indígenas, primeros habitantes de su territorio, cuando ha sido necesario para obtener ganancias, y casi siempre, los ha presentado de la peor manera. Y no estoy en contra del disfraz, no es eso. Pero no me negarán que es una especie de “glamour” lo que se busca… porque disfraces, para nosotros, son también otros muchos trajes típicos, y no son los que prefieren para las susodichas fiestas.