Fidel en nuestros predios: gesta más que gestos
13/8/2018
Se acrecienta en estos días la suerte de reavivar nuestros más íntimos recuerdos de Fidel, de coronarlo con nuevas experiencias en nuestros personales imaginarios. Gracias entre otras causas a las diversas iniciativas que invaden el panorama cultural de la Isla con motivo de su 92 cumpleaños.
Podría ser el joven elegante que en 1955 recorrió New York, el mítico rebelde, el líder auscultando a su gente y convocándolo con el ejemplo, el cautivador de grandes masas, el dirigente controlando obras constructivas, el estadista compartiendo con líderes del Sur, el bendecido por orichas y palomas, el promotor del deporte y la cultura.
De la compilación Fidel en las Mesas Redondas, del fotógrafo Ismael Francisco Gonzalez. Foto: Cubadebate
Podría recordarlo el Monumento Prohibido, proyecto de homenaje del reconocido creador santiaguero Alberto Lescay Merencio e incluido en su grandiosa exposición Viaje perpetuo, abierta desde el pasado 20 de julio en la Sala Transitoria del Memorial José Martí.[1] O las 35 impresiones en blanco y negro que conforman Fidel entre nosotros, la muestra personal del desaparecido fotógrafo santiaguero Gerald Duque de Estrada Riera, inaugurada en la tarde del martes 24 de julio en la capitalina Casa del Alba Cultural; una selección de las decenas de capturas del artista del lente durante el paso del Comandante en Jefe por el oriente del país en 1970. En ellas podemos ver a Fidel en un jeep acompañado de su siempre fiel Celia Sánchez Manduley, o en el salón de la ciudad junto a los inolvidables Vilma Espín, Juan Almeida y Armando Hart; rodeado de anónimos campesinos, obreros, milicianos; controlando las construcciones del Distrito José Martí o la campaña cafetalera en un montañoso paraje santiaguero.[2]
También el Fidel en la Mesa Redonda (2009), de Ismael Francisco, exposición fotográfica instalada en el referido Memorial, concebida para festejar los 15 de Cubadebate. O Caravana Tributo a Fidel (2016), serie fotográfica de Irene Pérez que acompaña el catálogo de la muestra.[3]
Y la épica columna ¡Fidel!, muestra homenaje que ocupa por estos días la galería El Reino de Este Mundo, en la Biblioteca Nacional José Martí, y que, bajo la curaduría de Claudia Arcos, articula siete audiovisuales, realizados en 2015 por Roberto Chile. La exposición discurre cronológicamente por diversas etapas o facetas de Fidel, con 15 fotografías pertenecientes al fondo de la Fototeca de Cuba, salidas del ingenio y de los artefactos de 8 artistas del lente: Osvaldo Salas, Raúl Corrales, José Agraz, Liborio Noval, Luis Pierce (Luis Korda), Ernesto Fernández, Roberto Salas y el ya mencionado Roberto Chile.[4]
No se trata de restaurar la “iconocracia”, ese “totalitarismo de las imágenes” roto —según Iván de la Nuez—[5] por la iconoclastia de los artistas del 80, y con el que Fidel Castro “colonizó el relato de todo un país” y “llegó a dominar de un modo tan absoluto la vida cubana durante 50 años”. A contrapelo, he visto fotografiar con sus móviles y hacerse selfies al lado de estas imágenes a quienes supuestamente sufrieron “un bombardeo desmesurado y obligatorio de iconografía política”.
Tal parece que el gesto y no la gesta, que la pose y no la conducta valiente y consecuente, sostuvieron la fascinación del pueblo por sus líderes. Que “un puñado de instantáneas construyeron esa imagen heroica de Cuba” ante el mundo. Solo bajo una fiebre eurocentrista podría repetirse lo de Anthony De Palma: que Herbert Matthews fue “el hombre que inventó a Fidel Castro”.
Con todos sus valores, no serán estas imágenes las que absolverán a Fidel, como no fueron las que hicieron heroicos a los rebeldes y a la mayoría del pueblo de Cuba. No vino de Europa eso de llamarlo “El caballo”.
Ver a Fidel y al Che con cámaras fotográficas no confirma en absoluto la falacia de que sean “estrategas de una revolución fotogénica”. ¿Olvida De la Nuez que antes del Moncada y de la expedición del Granma, Fidel y el Che habían sido periodistas y fotorreporteros? ¿No tenemos derecho a defendernos en esta guerra de símbolos?
Desconoce o prefiere ignorar que, en muchas carreteras, atestadas de mosquitos o bajo el sol, cientos de millennials cubanos capturaron con sus celulares la Caravana de la Libertad, en su reedición hacia Santiago. Que no fue orientación del Departamento Ideológico del Comité Central, ni iniciativa de la UJC, aquella frase que presidió su despedida física: ¡Yo soy Fidel!
De la exposición Semblanza, del artista de la plástica Reinier Saavedra Sotolongo. Foto: Internet
No creo que Fidel haya reclutado a estos fotógrafos de gesta, sino que más bien se enrolaron por su cuenta, cautivados como el pueblo todo por su oposición a la dictadura de Batista y a los corruptos gobiernos de la neocolonia, más que por la imagen mítica que los acompañaba. En el momento del triunfo rebelde de 1959, Korda era relativamente exitoso con su estudio. Y José Agraz era conocido por sus innovaciones en la obtención de fotos en acción de deportes, cuando capturó la entrada de Fidel en La Habana y el sabotaje al vapor La Coubre.
No creo tampoco que quienes nos legaron estas hermosas instantáneas del héroe, se desinteresaran de la “gente sin iconografía”. El Premio Nacional de Artes Plásticas (2011) Ernesto Fernández ha dicho al respecto:
Por ejemplo, en Girón yo retraté a Fidel el primer día, cuando no se sabía lo que iba a pasar, y luego le tomé fotos la última jornada. Eso tiene un valor para mí. Pero también vale la imagen de los muchachos que lucharon allí, de la gente que perdió a sus hijos, de un hombre que lanzaba naranjas desde un camión. Ahí estaba lo plástico. Antes, cuando yo salía a hacer reportajes en fábricas con los periodistas, me interesaba más en la gente que en lo noticioso que necesitaba el redactor. Yo hacía lo necesario para el texto y luego iba a lo que me encantaba: los trabajadores; en ellos encontraba un montón de historias.[6]
Al contrario de lo que imagina De la Nuez, la partida física de Fidel se ha convertido en motivo de nuevas experiencias artísticas. La propia cobertura del recorrido de sus cenizas movilizó a decenas de artistas del lente de toda la Isla, que tomaron como protagonistas precisamente a la gente sin iconografía; fascinación que se extendió incluso a varios pintores.
Me vienen a la mente las originales propuestas de dos jóvenes artistas, expuestas en la capital este último año. Una de ellas es Semblanza, del avileño Reinier Saavedra Sotolongo, presentada en agosto pasado en el Memorial José Martí y construida a partir de una especie de zoom óptico hecho a emblemáticas fotografías del Comandante, y de la colocación en sus pupilas de símbolos o imágenes que remiten a momentos cimeros acaecidos entre el 26 de julio de 1953 y el 19 de abril de 1961, junto a otros más recientes asociados a la Batalla de Ideas.[7]
Nueve días es el título de la interesante propuesta del ilustrador y pintor habanero Maikel Muiño García, muestra de metáforas que se expuso durante el pasado noviembre en la galería del segundo piso de la capitalina Casa del Alba Cultural.[8]
Confirmaciones de la vitalidad de Fidel en nuestros predios, más por sus significados que por sus imágenes.