Espejo mágico
27/8/2018
Abordaré un asunto cotidianamente ejercido entre nosotros: la crítica social. En nuestros medios informativos se acostumbra criticar con amplitud lo que sucede fuera de Cuba, pero son escasos los reportajes, las denuncias de aquello que acontece aquí, ahora, como si nada fuera negativo o digno de enmendar. Creernos que absolutamente todo está bien, que es provechoso fruto del esfuerzo colectivo, y que aquello que resulta deficiente es culpa de otros, empezando por la maldita condición de ser un pueblo bloqueado por el imperio más grande y ambicioso que ha existido en la faz de la tierra, no deja de constituir una cómoda excusa. Una vez reconocido el espantoso daño que el bloqueo nos causa (que ciertamente nos impide muchísimos beneficios, y que fue instaurado y se mantiene para infligirnos todo el daño posible), nos movemos hacia adelante, como nos enseñaron nuestros padres. No es puro chovinismo decir que el pueblo cubano es heroico. Lo somos. Cuando se lleve a cabo el análisis de cómo sobrevivimos la crisis de los años 90, será este pueblo el merecedor de su categoría de heroicidad.
“Censurar la crítica es tan absurdo como cubrir una herida que sangra”. Foto: Internet
Pero ello no significa que seamos perfectos, ni de lejos. De ahí que el triunfalismo resulte dañino, en cuanto intenta encubrir cuán perfectibles seguimos siendo, en nuestra condición de humanos. Por otra parte, considerar a quien ejerza su derecho a la crítica como enemigo, contribuye al murmullo en lugar del diálogo abierto y franco. Censurar la crítica es tan absurdo como cubrir una herida que sangra. Tan inútil como negar que el sol calienta. Tan perjudicial como hipócrita. ¿Existen críticas malintencionadas? Sin duda. ¿Hay formas de señalar errores con el ánimo de destruir, o de proporcionar juicios altamente manipulables por quienes desean nuestra aniquilación? Seguramente.
Pero… ni todos somos iguales; ni estamos todos los que somos ni somos los únicos que estamos. La pluralidad de opiniones enriquece los juicios, aunque no estemos 100 % de acuerdo. De hecho, esa unanimidad de criterios no existe ni en un hogar, ni en una familia, ni siquiera en una pareja. Es más, no siempre estamos conformes ni con nosotros mismos todo el tiempo. El meollo consiste en diferenciar el propósito de un planteamiento. En distinguir una intención de otra, en no meternos a todos en un mismo saco. La individualidad también es un derecho, aun cuando se persiga el mejoramiento social.
Muchas veces se ataca no al mal, sino a quien lo denuncia, lo cual además de hipócrita, es inútil. Porque el mal continúa creciendo, florece, se ramifica y se expande, mientras que al criticón lo tildan de enemigo. Etiqueta fatal, como se sabe. El resultado de tal maniobra es tenebroso: lo negativo campea, y aquel que lo señaló se convierte en un ser silenciado, o se amarga, o busca otros medios donde se le permita expresarse, o sucede todo a la vez, y habremos perdido a alguien, cuya real intención no era más que contribuir al bien común. Unos versos de Quevedo dicen: “Arrojar la cara poco importa, que el espejo no hay por qué”. En otras palabras: el autor, irónicamente, nos cuenta la importancia de salvaguardar el reflejo (el espejo en este caso), aunque la realidad (la cara, el rostro) esté en evidencia.
Las críticas del programa humorístico “Vivir del cuento” es considerada por muchos televidentes muy fuerte. No es la sátira lo que resulta fuerte, sino la condicionante que la motiva. Pongamos por caso el capítulo dedicado a la venta ilícita de medicamentos; y aquel otro donde Pánfilo se desconcierta ante la fluctuación del valor de la moneda fraccionada; y el programa dedicado al cuentapropismo, con su conveniente baja productividad, en aras de no llamar la atención de inspectores. Estos casos ilustran detalles de nuestras incapacidades, de las puertas abiertas al cáncer de la corruptela, y afortunadamente pueden ser denunciadas a través del humor, herramienta eficaz que a muchos funcionarios molesta. Cabe preguntarse, ¿si no existieran programas como este, con guionistas y escritores sagaces, acaso dejarían de existir el mercado ilegal, el robo y la doble moral? Hablando en plata: no culpemos al espejo, sino al rostro que en él se refleja, y no solo en plata sino en oro, hablemos todos. Lavemos los paños en casa, antes de que el vecino nos descubra, y los ponga al sol en la tendedera de al lado.
Estoy por completo de acuerdo con todo lo que expone la autora que nos tiene acostumbrados a deleitarnos con sus artículos críticos y estampas. Es excelente!! Y como es crítico, honesto y sincero… lo comparto!!
Muy bien defender la crítica, tan necesaria como el aire que respiramos. Lo que no entiendo es cómo algunos pueden ser muy críticos aquí y totalmente complacientes en esa “tendedera de allado” llamada Miami. Les dejo un video con el protagonista del programa que elogia la autora https://www.youtube.com/watch?v=HoG_Z8iSQCI, humillándose con sombrero roto y zapatos más viejos, prestándose para todos los lugares comunes contra Cuba mientras cierra los ojos ante una ciudad entre las más pobres de Estados Unidos, donde los viejitos como los que él protagoniza también viven de la libreta (cupones de comida)
Excelente. Contundente. Veraz. Verificable. Potable. Directo. Profundo en la medida de sus posibilidades. Este comentario crítica de Laidi va con paso firme a su objetivo esencial. ¿La crítica social es necesaria? ¿Estamos preparados para recibir el peso de la crítica y para ejercerla? Nos dice algo muy cierto Laidi, entre tantas cosas, y es que «¿si no existieran programas como este, con guionistas y escritores sagaces, acaso dejarían de existir el mercado ilegal, el robo y la doble moral?». La respuesta es clara, y polisémica. Y es también como ella misma dice cuando nos habla del espejo, la culpa, y lo que se refleja en él. Somos culpables todos, creo yo, criticos y criticados, porque dejamos en la punta de iceberg aquello mal hecho para después criticarlo. Aplaudo que La Jiribilla publique textos como este que la posan sobre la cumbre de lo mejor y más leído en materia cultural en Cuba y fuera de Cuba.
100 % de acuerdo con Reynaldo Suárez…
Estoy de acuerdo con la necesidad de la crítica cargada de honesto propósito de contribuir a la solución de los problemas, pero desapruebo la doble moral de los que critican y exigen no ser criticados, los que cuando se discrepa de sus opiniones se victimizan e inmediatamente se quejan de estar siendo atacados por dogmáticos y extremistas o por las instituciones estatales, porque se creen dueños de la verdad absoluta. Para mí los que como Luis Silva van a Miami y por cuatro dólares y por agradar a quienes se los pagaran denigran de su país, sus criticas carecen del sentido de la honestidad que deben llevar las de un cubano que respeta a su país, otros artistas han visitado esa ciudad y se han negado valientemente a pisotear a su patria. Las críticas a lo nuestro en mi modesta opinión se hacen aquí. Si Luis Silva o quien sea critica, es susceptible también de ser criticado y nadie debe ponerse bravo por eso, ¿O es obligado que me guste su programa y lo que en él dice? Es una tendencia practicar la crítica, pero ser intolerante ante ella, porque todas las culpas deben ir a parar al estado, ¿qué es el estado?, apartándonos de los academicismos y de las acepciones que se le atribuyen a esa palabra, en Cuba los conformamos todos y cuando existen problemas, la responsabilidad no es del estado mencionado como algo etéreo sino de los que en ese ámbito o lugar lo representan. Soltar tiñosas al vuelo es fácil, responsabilizarnos con hacer las jaulas para encerrarlas es lo difícil, preguntarnos, ¿qué hacemos para que las cosas marchen mejor? Es algo que deberíamos hacer siempre que vamos a exigirle algo a los demás.
Me sumo a lo que dice Reynaldo, creo que es este el viodeo al que él se refiere. Qué manera de arrastrarse para conseguir público en un teaterico de mala muerte!!! Crítica, como dice la escritora, necesitamos mucha, pero dignidad parece que algunos la necesitan también en abundancia.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=14&v=itvrkrKI-Fo
Yo me muero como viví, con licencia del profesor Enrique Ubieta Gómez.
“¿To be or not to be?, ¿Ser o no ser?, ¿y hasta dónde ser?, sin ser estigmatizado, acosado, excluido, y finalmente ser ” linchado”, al menos en lo que el palo va y viene, ¡y como demora el palo en venir!. Los camaleones metamorfóseos, la burocracia seducida, oportunista, corrupta y neo-capitalista, en demasiadas ocasiones se las agencian para encontrar inmunidades traficadas, y esas son las penitencias o martirios que con hidalguía, rebeldía, combatividad y buen humor, debe estar dispuesto a pagar quien intenta ser revolucionario socialista día a día. “La rebeldía -dice el profe- no es, ni puede ser, enemiga del espíritu revolucionario; ser revolucionario es la forma superior de ser rebelde. Sin la inconformidad que propicia la rebeldía y sin su disposición para romper moldes, normas, esquemas, es difícil ser revolucionario”.
El capitalista o neo-capitalista, o el culto a la posesión, ”intenta domar la rebeldía, incentivando sus formas primarias: el desacato, la irreverencia; intenta aislar al rebelde, concentrarlo en sí mismo, explotar al máximo su expresión individualista, transformarlo en un cínico. El socialismo o la cultura del ser, pretende encauzar esa rebeldía hacia la acción transformadora y colectiva, ponerle mayúsculas, hacerla partícipe de las causas más justas de su época”. Al igual que el profesor, pienso que el enemigo más urgente a enfrentar por el revolucionario socialista, es la corrupción, la burocracia, la doble moral, la insensibilidad, el “sálvese quien pueda”, porque sacando la cuenta al final, como dice la canción, representan la reencarnación del capitalismo, energizado por los cantos de sirenas del neoliberalismo salvaje y genocida, y entonces profe, como el palo no da con la cachimba, he decidido seguir “siendo”, y declaro oficial y formalmente, que seguiré intentando en el día a día morir como viví ,donde viví, y por quien viví. https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/…/ser-revolucionario-en-cuba-hoy-por-e.
“Muchas veces se ataca no al mal, sino a quien lo denuncia, lo cual además de hipócrita, es inútil. Porque el mal continúa creciendo, florece, se ramifica y se expande, mientras que al criticón lo tildan de enemigo. Etiqueta fatal, como se sabe. El resultado de tal maniobra es tenebroso: lo negativo campea, y aquel que lo señaló se convierte en un ser silenciado”.
Eso para mí es terrorismo, porque se hace con el propósito explicito de crear terror inmovilizan te, a la víctima directa que lo sufre , y a gran parte de la sociedad, ¿por que en estas tres décadas ha proliferado la denuncia anónima de manera vergonzante?, por el terror a ser estigmatizado primero, y linchado finalmente, hay una gran intelectual Cubana que manifestó en un programa televisivo que existe una gran deuda ,al menos de resarcimiento espiritual y político, con mucha gente, victimas de estas prácticas proliferadas en estos últimos veinte años, sería un buen ejercicio político para fortalecer la unidad necesaria, porque desgraciadamente se puede estar conviviendo con el victimario, y este camaleónicamente con su estatus y jerarquía Camaleónicamente “consolidada”. Tenemos que fortalecer la unidad pero con calidad.
Basta de pasar gato por liebre. ¿Por qué no es igual de sagaz en Miami?
El verdadero revolucionario va a la raíz y no anda haciéndose el chivo con tontera, al pan se le debe llamar pan y al vino vino . Nuestro presidente dijo, “Los cuadros principales tienen que estar presentes en los lugares donde los problemas sean más complejos, no puede haber espacio para el silencio administrativo y hay que dar respuestas a los planteamientos de la población.
Los que nos toca ahora, dijo, es salir a hacer y a trabajar. Se avecinan importantes tareas como parte del avance de la actualización de nuestro modelo económico y social, que exigen preparación, rigor y responsabilidad. Nos pueden faltar recursos materiales, pero lo que nunca podrá faltar es la moral, concluyó.”
ESPEJO MÁGICO de LAIDI FERNÁNDEZ DE JUAN.
Un buen trabajo este de Laidi Fernández, que entre otras cosas plantea que al considerar a quien ejerza su derecho a la crítica como enemigo, se contribuye al murmullo en lugar del diálogo abierto y franco.
El programa televisivo Vivir del Cuento, que tan esperado resulta en el barrio, es un buen ejemplo de mostrar críticamente cómo la corrupción penetra en nuestra sociedad.
Elaborado por un buen y variado equipo de guionistas y escritores logra desde el humor deleitarnos todos los lunes, como por ejemplo en https://www.youtube.com/watch?v=TmIK3wV0SLk . Ataquemos el mal y no a los que lo denuncian.