Entre lo experimental y el neorrealismo: exploraciones en el cine de Julio García-Espinosa

Jorge Ruffinelli
14/12/2016

J. A. García Borrero escribe: “Director, guionista y ensayista. Uno de los nombres fundamentales dentro del llamado Nuevo cine latinoamericano, fomentado a partir de la década de 1960, gracias a una obra cuyos ensayos están cargados de provocaciones, y un cine que igualmente intenta dinamitar el modelo de representación hegemónico. Su teoría del `cine imperfecto’ sigue discutiéndose con gran intensidad en los más diversos círculos académicos” [1].

Julio García Espinosa
Durante la filmación de Aventuras de Juan Quinquín. Foto: Cortesía Dolores Calviño

Aproximándonos a los 90 años de su nacimiento, puede afirmarse que Julio García Espinosa ha gozado hasta hoy de una vida de gran intensidad y riqueza, como artista y como intelectual. Pocos, como él, han tenido el privilegio de ayudar a construir una nueva sociedad al calor y al fragor de un esfuerzo colectivo y multitudinario que el mundo denominó Revolución cubana. Julio García Espinosa no solo ha sido un artista en el ámbito del cine, sino también un intelectual orgánico, porque al artista le acompañó siempre un pensador y un crítico insobornable de su propia obra.

Es muy difícil encontrar el ejemplo de otro cineasta que, en vez de darse golpes en el pecho por la obra conseguida, se cuestione por el valor y trascendencia de la misma.

Es muy difícil encontrar el ejemplo de otro cineasta que, en vez de darse golpes en el pecho por la obra conseguida, se cuestione por el valor y trascendencia de la misma. Yo diría que los críticos de Julio García Espinosa fracasaron —fracasamos— a la hora de ver sus películas y referirnos a su originalidad y valor, porque siempre hubo un crítico que se nos adelantaba: el autor. Ante cada una de sus películas, o considerándolas a todas como un conjunto, una obra, nos descansamos en lugares comunes y hasta “muletillas” de la historia general del cine, como el concepto y práctica del Neorrealismo italiano, o la necesidad didáctica y constructivista de los orígenes del cine revolucionario, y hasta los propios escritos del autor —como los referidos al “cine imperfecto”—, impidiéndonos saltar sobre esos obstáculos para descubrir dónde estaba Julio García Espinosa —la persona, el artista, con sus gustos y pasiones— en cada centímetro de celuloide.

Lo que sigue no es una justificación, sino tal vez una confesión de fracaso crítico, porque siento que lo que escribí sobre cada una de sus películas está limitado y desviado por lo que acabo de mencionar. En todo caso, creo que yo, como todos aquellos que hemos visto, disfrutado y analizado el cine de Julio García Espinosa, tendremos que regresar una y otra vez sobre el mismo, conscientes de que se irán abriendo nuevas perspectivas y dimensiones, pues la suya es una obra enormemente rica e impredecible.

Fuente:

Notas:
1. Diccionario del cine iberoamericano. SGAE, Fundación Autor, 2011, 4, 225).