El Encuentro de Academias de Ballet, una fiesta de la danza

Pedro Ángel
30/3/2017

En vísperas de comenzar el XXIII Encuentro Internacional de Academias de Ballet, acertamos un momento oportuno para meditar sobre las realidades de este evento, sin dudas, toda una fiesta de la danza para los estudiantes y maestros de estas especialidades en Cuba, y con la participación de cientos de visitantes, principalmente latinoamericanos.

En esta edición, el Encuentro se dedica con todo fervor a la memoria del Comandante en Jefe Fidel Castro, fundador de la Escuela Nacional de Arte y garante cardinal del ballet cubano y de su principal centro docente.


Escuela Nacional de Ballet. Foto: Racso Morejón

El Encuentro es hoy un evento establecido, al igual que los Concursos internacionales para estudiantes de Ballet, pero cuando, por iniciativa de la Escuela Nacional de Ballet y de la maestra Ramona de Saá, fue lanzada la primera convocatoria a finales de 1993, no fueron pocos los que dudaron del éxito de un tipo de actividad inédita en el ámbito escolar cubano.

Una exitosa experiencia previa, que no debe ser olvidada, sirvió de modelo: los festivales nacionales de ballet y danza, que tuvieron su mejor momento en los años ochenta —con sedes alternativas en Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba— y que dejaron de celebrarse por razones económicas con la llegada de la difícil situación de los noventa.

La primavera de 1994 —tal vez el año más difícil del Período Especial— fue testigo de la capacidad de convocatoria del Ballet cubano, de la maestra Cheri y de la Cultura cubana en general. Asistieron unos 160 maestros y estudiantes de ballet, procedentes de Brasil, Costa Rica, El Salvador, México y Venezuela, quienes junto a la numerosa representación cubana formaron el sexteto de países fundadores de los Encuentros.

Este cronista ha escuchado con frecuencia que los primeros encuentros de academias —que se efectuaron en la escuela de ballet de L y 19— fueron cosa poco menos que exclusiva de cubanos y mexicanos, pero se trata de una idea defectuosa, pues en aquellos tiempos fundacionales nos visitaron representaciones brasileñas lideradas por la maestra Paula Castro, de Sao Paulo; y otras menos numerosas, pero con estudiantes de alta calidad, como las de Venezuela, encabezada por la profesora Fanny Montiel, y las de Costa Rica. De aquellos grupos de estudiantes emergieron no pocos profesionales de exitosas carreras; algunos concluyeron su formación en las aulas y salones de la Escuela Nacional de Ballet y bajo la guía de maestros cubanos.

Un año más tarde, en 1995, era convocado el I Concurso para estudiantes de Ballet, que obtendría un éxito inmediato y se convertiría en el evento competitivo más importante de la región en el campo de la danza clásica.  Para muchos niños y jóvenes de Latinoamérica, obtener un premio en La Habana constituía una excelente carta de presentación para el buen futuro de su carrera artística.    


Durante el XX Encuentro de Academias de Ballet. Foto: Internet

Un nuevo encuentro de academias de ballet

Con la Gala inaugural, el domingo 9 de abril a las 5:00 p.m., en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, abrirá sus puertas la 23 edición del Encuentro Internacional de Academias de Ballet que organizan cada año el Centro Nacional de Escuelas de Arte y la Escuela Nacional de Ballet “Fernando Alonso”.

Estudiantes y maestros de ballet de Latinoamérica, Norteamérica y Europa, acuden cada año a la convocatoria de la Escuela Nacional de Ballet “Fernando Alonso”, para tomar clases de los excelentes maestros cubanos, de los prestigiosos invitados y para mostrar, tanto en las funciones del evento como en las jornadas de concursos, sus habilidades y cualidades artísticas.

La edición por comenzar concluirá con una gala titulada “Presente y futuro de Ballet cubano”, que contará con los laureados del Concurso y con un grupo de estrellas del Ballet Nacional de Cuba: Viengsay Valdés, Carlos Patricio Revé; Annette Delgado, Dani Hernández, Sadayse Arencibia, Raúl Abreu, Gretel Morejón y Rafael Quenedit.

Fortalezas y debilidades

Las cosas han cambiado de los años noventa hacia acá, y tanto el Encuentro como el Concurso han de afrontar determinadas carencias y desventajas.

Los grandes concursos de ballet establecidos en el mundo de hoy, con grandes campañas mediáticas a su alrededor, despliegues comunicacionales y de medios digitales, resultan difíciles de contrapesar para los eventos cubanos, que no cuentan siquiera con un sitio web donde vayan apareciendo los nombres de los concursantes o reseñas de las formidables clases magistrales y conferencias que se ofrecen. Al respecto, alguien le expresó hace poco a este comentarista: “¿Para qué? Si este evento se convoca solo”. De alguna manera pareciera ser cierto, pero la verdad es que más que por las agencias promotoras de turismo cultural, una gran parte de los estudiantes de ballet que llegan desde México, Santo Domingo, Panamá, Colombia y Estados Unidos, son convocados por decenas de maestros cubanos residentes en esas naciones o por bailarines y profesores que estudiaron ballet en Cuba y que tratan cada año de regresar a la escuela que los formó, para recibir las clases de Metodología y mantenerse actualizados al respecto.

Sin dudas, el Encuentro ha devenido, desde hace años, importante cónclave de estudios metodológicos sobre tópicos de la enseñanza del ballet, y este resulta su principal atractivo.

El Concurso, por su parte, también afronta serias dificultades, por la gran magnitud de eventos como el Youth American Grand Prix, que en su proceso clasificatorio involucra a miles de competidores de entre los cuales emergen los finalistas que llegan al gran certamen de la ciudad de Nueva York; las bienales de la danza de París o Lausana; los concursos tradicionales de Moscú y Varna; así como las muy recientes competiciones que tienen lugar en ciudades de China, Japón y Corea, donde se presentan niños que son verdaderas máquinas de la técnica del baile. 

Desde hace algunos años, el Concurso de La Habana también carece del atractivo de buenos premios. Me refiero a becas o medias becas para cursar estudios de ballet en escuelas cubanas, lo cual está en correspondencia con la realidad económica del país.

El futuro del Encuentro y del Concurso desborda los límites de la Escuela Nacional de Ballet. No es un asunto de intramuros, sino una actividad estrechamente relacionada con el futuro de esta manifestación del arte en Cuba y con muchos de los peligros que hoy acechan a la cultura cubana.

En el mundo globalizado de hoy no es posible mirar semejantes problemas como quien no quiere las cosas. Por eso, corresponde a las autoridades y a quienes piensan por nuestra danza valorar las situaciones aquí explicadas, en aras de que lo logrado hasta hoy no decaiga.

Los cubanos estamos acostumbrados a afrontar dificultades, a vivir asediados, y ello nos ha obligado a ser inteligentes para garantizar que el futuro del ballet sea esplendoroso.