Ecos de una Feria

Evelyn Corbillón Díaz
23/3/2018

Cerró sus puertas la Feria del Libro en Pinar del Río, fiesta que con sus aciertos y debilidades continúa en la preferencia de la familia, y en el actual calendario homenajeó a la escritora Haydeé Pérez, mención Casa de las Américas en 1970, y al quehacer de la Casa de la Décima Celestino García, a una década de su creación.

Como en los últimos tiempos, los tradicionales cepellones que recuerdan al cultivo emblemático de este territorio, sirvieron de escenario al expendio de textos, junto a quioscos, todos los cuales albergaron en su seno más de 300 novedades literarias.


Los más pequeños de casa también se sienten atraídos por la lectura en esta edición de la Feria del Libro.
Fotos: Rafael Fernández Rosell

 

Las propuestas para los más pequeños resultaron llamativas en esta edición, toda vez que se potenció la presencia de títulos de varios géneros, y los tan demandados libros para colorear llegaron con un nuevo formato a partir de la incorporación de elementos didácticos, de cara a enseñar a los niños y permitir la participación de los padres.

La extensión del horario de servicios del pabellón infantil fue del agrado de no pocos, sobre todo por la posibilidad de acudir al sitio una vez concluida la jornada laboral de la familia.

El poeta, narrador y dramaturgo Nelson Simón González, Premio de la Crítica Literaria en la categoría de poesía por siete ocasiones, se refirió a que este año el público presenció una Feria coherente, “próxima a lo que durante algún tiempo hemos pensado para Vueltabajo”.

“Destacaría la calidad y diversidad de los invitados, que recogen lo mejor de la literatura cubana de todos los géneros, no sólo desde el punto de vista creativo, sino por pensar en la literatura; entre los cuales descuellan Enrique Pérez Díaz, Karel Leyva y Gumersindo Pacheco, residente en el exterior, precisó quien ostenta la distinción por la Cultura Nacional”.

“La cita tiene algo que siempre me llama la atención —acotó—, y es que al menos durante los días de su decursar, Pinar del Río cuenta con un área de socialización, lo cual habla de la necesidad de toda urbe, de poseer espacios de encuentro, donde los diferentes entes sociales puedan interactuar”.

Agregó que con el desmonte del evento, la ciudad vuelve a estar desprovista de lugares como este, que la gente hace suyo y al cual se integra; de ahí su impacto cual modo de promoción literaria y encuentro social. “Se concibe la Feria como algo festivo,  popular, y se potencia la lectura, que está bien pero es momento de que el mundo en torno a la producción literaria se plantee el interés por espacios teóricos”, explicó Simón González.

En ese sentido, apuntó que siguen faltando los escenarios de mayor reflexión, crítica y pensamiento acerca del quehacer literario. “Desde Factoría de letras — iniciativa que él dirige y está encaminada a la promoción de la literatura— propusimos que el tradicional espacio Café entre dos, en esta ocasión deviniera centro de teoría, para el ejercicio de la opinión; y se generaron debates muy ricos aunque la participación no fue la esperada”, remarcó.

“Creo que hay cierta apatía y desinterés por parte del gremio literario, o sea, escritores, promotores, especialistas, editores, quienes debían motivarse para entregas venideras de la Feria, pues se trata de la oportunidad de abrir más sus horizontes y de alguna manera, aprender”.


La fiesta de las letras despierta el interés por la lectura de muchos de los habitantes de Pinar del Río

 

Añadió que igualmente la fiesta de las letras en la provincia debe convertirse en la posibilidad de mostrarles a los visitantes los elementos distintivos del pinareño, brindar una imagen de la ciudad y de su gente, y su cultura. Se podría erigir un recinto que exhiba aquello que nos identifica y que las personas puedan relacionarse con eso, como lo hacen con un libro, pues más allá de un evento literario, la Feria también es cultural.

Yeniset Pupo de la Paz, directora del Centro Provincial del Libro y la Literatura, aseguró que la cita cumplió las expectativas comerciales, mientras el texto más vendido fue El mundo de las cosas que no se ven, de la autoría de Nelson Simón. “Bajo el sello de Ediciones Loynaz, esta preferencia del público es reflejo del respaldo al sistema de ediciones territoriales en Cuba y la inclinación de la familia hacia obras de la literatura infantil”, dijo. Detalló que en el caso de Ediciones Boloña, sus títulos registraron muy buena comercialización, incluso, con récord de expendio para un día, al recaudar 11 mil 800 pesos en un quiosco.

Independientemente de sonrisas o insatisfacciones, la Feria del Libro se ratificó en la aceptación popular, sobre todo por el amplio programa de presentaciones, actividades para los más pequeños, conciertos, proyecciones de largometrajes y la descarga gratuita de textos digitales, multimedias y otros contenidos. Mantenerse como el evento cultural más importante de la provincia, constituye un reto; pero lograr que materiales impresos “irrumpan” en las viviendas de los vueltabajeros cada año —como parte de este foro anual— constituye el verdadero desafío de tal propuesta en el occidental territorio.