Diseñar para la solución, no por el estrellato

Mayra García Cardentey
10/6/2016

Un diseñador no es un ingeniero. No es un licenciado. No es nada de esto y es todo a la vez. Por eso es un diseñador. O al menos su título universitario establece la excepción.

Desde esa polivalencia —a veces de extrema creatividad, a veces de yoísmo antiestratégico—, las y los graduados de esta profesión intentan establecer un desarrollo económico-social que valide y emplee sus plenas capacidades en función de un país armónicamente estructurado.


Fotos: Cortesía de la ONDi
 

Pero no es tarea fácil. Por un lado, los empresarios, los emprendedores por cuenta propia, los más variopintos entes administrativos no entienden de qué va la cosa: ¿para qué sirve el diseño?, se preguntan desde la ingenuidad conceptual. Por otro, existen algunos que, desde el gremio, magnifican su creación con un valor agregado exorbitante que olvida el fin esencial de un diseñador: solucionar problemas.   

Sergio Peña, rector del Instituto Superior de Diseño (ISDi), ha entendido el dilema. Ilustra a los directivos cuando la ignorancia mella grandes proyectos; azuza a los suyos cuando el ego compromete el propósito anhelado. 

Isdi: diseño con sentido

En su postura de máximo responsable de la enseñanza superior de la materia en Cuba, Peña brindó algunos apuntes en la recién concluida I Bienal de Diseño de La Habana.

"La formación profesional es indispensable para que exista un concepto del diseño a nivel de país".“La formación profesional es indispensable para que exista un concepto del diseño a nivel de país. Es un área fundamental para egresar personas que lleven a cabo las estrategias, quienes ayudarán a entender y poner en marcha políticas públicas que viabilicen los procesos”, explicó.

En este análisis, el Máster en Ciencias advirtió que en Cuba no existía anteriormente un enfoque, una comprensión sobre el tema. “Con la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) se han potenciado vías para institucionalizar los procederes y para incentivar la instrucción académica”.

Desde su creación en 1981, el Isdi tiene como misión formar profesionales en el diseño industrial y el diseño de la comunicación visual (anteriormente informacional).

“Con la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) se han potenciado vías para institucionalizar los procederes y para incentivar la instrucción académica”.“Estos perfiles nos permiten dar respuestas a necesidades del desarrollo económico y social del país”, insistió el rector. “Es nuestro deber no solo egresar personal capacitado, sino apoyar a la ONDi en ese espíritu de centralizar políticas y acciones en cuanto a la importancia del diseño para la nación cubana”.

En ese sentido, el directivo universitario insistió en las peculiaridades de la carrera en el país: “Contamos con un proyecto educativo flexible, mezcla de la tradición en la Isla respecto a la educación superior y la experiencia y la dinámica de la propia área del diseño.

“A la vez, nuestro cuerpo docente se mantiene activo laboralmente mientras imparte las asignaturas. Ello permite una actualización y retroalimentación constante”, agregó.

En este panorama educativo, uno de los valores fundamentales Peña lo asocia al trabajo en equipo, a partir de una perspectiva integradora. “Queremos que nuestros estudiantes vean al diseño como un eslabón para la solución de un problema que, a la vez, necesita de otros campos de estudio. Privilegiamos la interdisciplinariedad”.

“Queremos que nuestros estudiantes vean al diseño como un eslabón para la solución de un problema que, a la vez, necesita de otros campos de estudio. Privilegiamos la interdisciplinariedad”.El Instituto exhibe, en ese sentido, una masa homogénea de estudiantes que adquieren esta especialidad, a partir de pruebas de ingreso, con un promedio que supera los 92 puntos, uno de los más altos del país.

En la actualidad, la carrera cuenta con dos años de curso básico y dos de disciplinas específicas vinculadas al diseño industrial y a la comunicación visual. Un quinto año comprende las materias de especialización seleccionadas por los estudiantes para su trabajo de diploma. Esta estructura variará en los próximos cursos cuando se reduzca la carrera a cuatro años.

Junto a una coordinación horizontal (a nivel de año) y vertical (a nivel de carrera) de contenidos, la dirección del Isdi ampara un sistema de evaluación integrador que tiene en cuenta el desempeño del estudiante en su proceso de formación.

“Necesitamos educandos que sean creativos y posean una alta capacidad de análisis; que no solo muestren capacidad para diseñar, sino que ofrezcan respuestas inteligentes y estén dispuestos al cambio”, puntualizó.

“Necesitamos educandos que sean creativos y posean una alta capacidad de análisis; que no solo muestren capacidad para diseñar, sino que ofrezcan respuestas inteligentes y estén dispuestos al cambio.”El rector tiene claro su cometido: el graduado debe parecerse al contexto del que viene y al cual piensa transformar: “Nuestro plan de estudios se enfoca en ese aspecto: en nutrirse de las necesidades reales del entorno cubano actual. El diseñador nuestro adquiere habilidades según su escenario inmediato a partir de los materiales, situaciones particulares y circunstancias presentes en Cuba”.

Si bien insistió en la vinculación de la universidad con los procesos endógenos, defendió la importancia de homologar estudios con los países de la región, en aras de potenciar el intercambio académico, los workshop y la movilidad docente.

El buen diseñador

Peña sabe que todavía no existe un camino fácil: “Es difícil que se entienda nuestra labor. Muchos empresarios tienen prioridades que no comprenden cuestiones de diseño ni cómo mejorar sus productos para que sean competitivos.

“Algunos piensan: `¿para qué necesito perfeccionar mis propuestas si soy la única entidad que comercializa estas opciones?´. Y me pregunto: ¿por qué pasa esto? No sé la respuesta.

“Si esa misma empresa tuviera competencia, si se preocupara por optimizar sus diseños, quizá no hubieran tantos dilemas industriales-visuales hoy. Eso implica que tengamos que hacer un esfuerzo profesional doble, porque el primer acto creativo del diseño es decidir qué hacer, y no siempre la elección está en manos del creativo, sino de directivos”, explicó.

“Por fortuna no son todos los administrativos, hay algunos que sí entienden la importancia del diseño y se vinculan en el proceso”.

Pero, ante la interrogante ¿qué se diseña en Cuba hoy?, el propio Peña advierte que se deben enfocar las intenciones.

“No podemos gastar energía diseñando lo mismo. Hacer todos los días la misma silla pero distinta, con una pata diferente o un tornillo más lindo. Eso no resuelve los problemas sociales, y los de nosotros menos, sobre todo en función de la sociedad mejor que queremos.

“Existe, bajo este pensamiento errado, una filosofía del `diseñador bárbaro´. Son aquellos a quienes no les importa responder a necesidades, sino que priorizan que cada objeto sea más hermoso que el otro, que tenga más estilo. Es una pornografía del diseño”, califica sin miramientos.

“Muchos profesionales emplean esta rama para procesos y productos sin importancia. Es trascendental que el diseño se utilice de verdad en lo que hace falta, y no para generar más dificultades. Ser un buen diseñador no es buscar el estrellato o la propuesta más vanguardista. Eso es solo farándula. Un buen diseñador es el que se enfoca en solventar cuestiones prácticas de su cotidianidad. Si no lo vemos así, no avanzamos.

“A su vez, no podemos hipotecar el sentido de diseño. No podemos permitir que algunos le otorguen un desorbitante valor agregado a los objetos diseñados. Esto no puede ser un instrumento para incrementar el precio de las cosas”.

La postura no varía: necesita ser integradora, sinérgica: “Entre todos, ONDi, ISDi, instituciones, empresas, debemos contribuir a crear y mantener una cultura con y para el diseño”.