ENTREVISTA A LA MUSICÓLOGA YIANELA PÉREZ CUZA

“Debemos aceptar los nuevos valores de la canción cubana”

Rubén Ricardo Infante
17/10/2019

Dentro de los cinco miembros del jurado (Beatriz Márquez, Adalberto Álvarez, Edesio Alejandro e Israel Rojas) que participaron en la recién finalizada edición del Concurso Adolfo Guzmán, la menos conocida por el público era la profesora, investigadora y musicóloga Yianela Pérez Cuza. Quizás por esa razón muchos se preguntaron quién era ella, de dónde provenía y también, por qué una persona joven formaba parte del jurado.

Profesora, investigadora y musicóloga Yianela Pérez Cuza.
Foto: Tomada del sitio web del Concurso Adolfo Guzmán

 

Su desempeño a lo largo del programa fue mostrando la capacidad analítica, la manera de fusionar el conocimiento de un lenguaje técnico y difícil en función de los objetivos del programa y, al mismo tiempo, ser coloquial. Esa es otra de las huellas que su quehacer deja en los espectadores.

Confiesa que al principio no sabía la magnitud de su trabajo y cómo podría contribuir al conocimiento de la población en general. Pero cuando Luna Manzanares dijo: “Bienvenidos a esta edición del Guzmán 2019”, comprendió  “la gran responsabilidad que implicaba formar parte de este proyecto”.

Cuando el programa ha llegado a su fin, entablamos este diálogo que sondea en algunos de sus criterios para la próxima edición del concurso.

Yianela, ¿cómo llegas al Guzmán 2019?

Estando en Radio Cadena Habana promoviendo el trabajo de la agrupación musical que represento, Club Conexo, recibí una llamada de Manolito Ortega en la que me pedía tener una reunión de trabajo. La musicología provee de herramientas que pueden ser de mucha utilidad en cualquier proyecto donde la música sea el eje central; así que, en aquel momento, valoré cualquier posibilidad de brindar mis servicios profesionales. Pero, para mi gran sorpresa, el encuentro tenía como objetivo invitarme a formar parte del jurado.

¿Cómo fue trabajar de conjunto con los grandes músicos que también formaron parte del jurado?

Compartir esta experiencia con Beatriz Márquez, Edesio Alejandro, Adalberto Álvarez e Israel Rojas ha sido una de las cosas que más agradezco al concurso. Cada nombre carga con tal relevancia en la historia de la música cubana más reciente que, el solo hecho de estar al lado de ellos, me honra sobremanera. El ejercicio de intercambiar criterios fue aún más enriquecedor. El conocimiento musical, la sensibilidad y el respeto a la obra y a los creadores e intérpretes fue lo que primó. Nuestras competencias profesionales se complementaban y creo que, si bien no siempre estuvimos de acuerdo en determinadas valoraciones, logramos siempre llegar a un consenso basados en el rigor del análisis y le ética profesional. Desde el inicio me sentí arropada por ellos y ha quedado, al final de este difícil proceso, un hermoso vínculo afectivo.

¿Cuál crees que sea el legado que dejaste en el concurso?

Creo que la decisión de Manolito Ortega de incorporar a un musicólogo fue un acierto. La especialidad merecía el grado de visibilidad que nos ofreció el programa. Detrás de cada evento, concurso, institución, proceso musical, hay uno o varios musicólogos generando ideas, resultados creativos, impulsando a la música cubana; pero somos prácticamente anónimos.

Nuestra carrera sufre de mucho intrusismo, y muchas veces no se utiliza nuestro saber en su amplio perfil profesional. Así que me complace mucho haber contribuido a que el pueblo en general haya incorporado a su léxico cotidiano la palabra “musicólogo” y espero también, de alguna manera, haber aportado a la vocación de algún que otro joven estudiante de música.

¿Qué huella deja en ti esta edición del Guzmán?

Cuando en la primera noche de competencia la extraordinaria Luna Manzanares dijo: “Bienvenidos a esta edición del Guzmán 2019”, en ese momento me saltó el corazón. Con toda sinceridad, fue entonces que tuve conciencia del espacio y el tiempo que estaba viviendo, y de la gran responsabilidad que implicaba formar parte de este proyecto. Estoy súper agradecida a Manolito y todo su equipo por la oportunidad.

El Guzmán deja en mí una visión diferente sobre el funcionamiento de la televisión y la industria del entretenimiento. Pude disfrutar de nuevas voces y creadores de gran valía, y sus canciones forman parte de la banda sonora de mi vida. Conocí profesionales de múltiples especialidades, serios, extraordinarios. Fue un reto y un constante aprendizaje que me pertrechó de nuevas herramientas y vivencias para mi desarrollo personal y profesional.

Desde tu perspectiva como investigadora, ¿cuáles crees que sean las mejores posibilidades de la canción frente a la diversidad de propuestas musicales?

La canción popular es poderosa, por las implicaciones emocionales que tiene en los públicos, porque ofrece la posibilidad de que la experiencia de la escucha consolide identidades personales y colectivas. No soy partidaria de ninguna visión catastrofista ni apocalíptica en materia de música. La canción nunca estará en desventaja con relación a otras expresiones musicales. Ahora, ¿de qué canción estamos hablando? Pues de las muchas variantes de canciones que puede regalarnos este tiempo, desde las más comerciales —categoría que no resta validez en absoluto— hasta las más audaces, modernas. La canción cubana contemporánea se parece a la Cuba de hoy. Y eso pudo apreciarse en este Concurso Adolfo Guzmán. Es variada en sus concepciones estéticas y en sus públicos, puede emitir mensajes contradictorios, busca parecerse al mundo y, a la vez, no se desprende de su tradición.

Musicológicamente hablando, esa fue una de las enseñanzas de este certamen. Claro, los medios de comunicación y las instituciones deben arriesgarse y ofrecer alternativas de consumo musical al pueblo cubano. Hay demasiado mimetismo en la programación musical de la radio y la televisión —en general—, una visión nostálgica de la canción en algunos sectores anquilosados que impide mirar al futuro.

Debemos aceptar los nuevos valores de la canción cubana en el país que somos y contribuir a su promoción, eso sí. Pero no se trata de la creación, esa está viva, expectante.

Para la próxima edición, ¿qué le cambiarías a la estructura del programa?

Si algo pude comprobar, es que el programa fue modificando algunos elementos de acuerdo a los criterios que fueron recogiendo de públicos y especialistas en redes sociales. Ciertamente, es un asunto que toca analizar a los realizadores del programa y los especialistas en esos temas. En particular, como jurado, considero oportuno para una segunda edición que se revise el sistema de eliminación. La manera en que este proceso se realizó esta vez, despertó la adrenalina y el interés del televidente, y entiendo que ese es uno de los tips de un programa de participación. Quizás se debería buscar alguna fórmula que evite que mejores canciones salgan de la competencia antes que otras de factura menos acabada, sin perder el interés en el público.

Yianela, con respecto a tu quehacer como investigadora y profesora, ¿cuáles son los valores que promulgas entre tus estudiantes?

Trato, en primer lugar, que mis alumnos desarrollen una mente crítica, que ejerzan el análisis y la opinión sobre la música, algo imprescindible para conocerse como creadores y poderse proyectar hacia el futuro. Les enseño, con total convicción, que la música “habla” de su tiempo y de su espacio a través de sus recursos compositivos y del cómo, el por qué, el quién y el para quién se hace la música. Y que detrás de cada obra musical hay vidas, seres humanos, y la música ayuda a comprender cómo interactúan con su sociedad.

Dentro de los estudios sobre la música cubana, ¿qué temas has investigado y cuáles has pensado trabajar?

Inicialmente, durante mi carrera me interesé por la música popular tradicional. Me gradué con un estudio sobre dos cabildos-comparsas de ascendencia carabalí en Santiago de Cuba. Desde hace algunos años estudio parte del repertorio pianístico del siglo XIX cubano, también en Santiago de Cuba. He tenido a mi cargo el estudio y divulgación de la obra del musicólogo ya fallecido Dr. Danilo Orozco. El área general en la que me desenvuelvo es la de la música popular, a través de la crítica, la investigación y la musicología aplicada y de desarrollo.