De los constructos posibles, en el Pabellón Cuba

José Ángel Téllez Villalón
18/4/2019

Si se buscase un espacio expositivo como muestra de la XIII Bienal de La Habana, el del Pabellón Cuba sería mi propuesta. En primer lugar, porque lo es también de las bienales; expresión de sus principios fundadores y de los que han sumado para esta edición.

Un proyecto colectivo internacional, que visibiliza “el pensamiento y la evolución artística contemporánea cubana, del Sur Global y otras regiones del orbe”. Donde dialogan tres artistas cubanos —incluidas dos representantes muy jóvenes— con sus homólogos de cinco regiones del mundo: dos de Centroamérica y el Caribe, dos de América del Sur, tres del Medio Oriente, dos de África y otros dos de Europa; con tres de los nacidos en el Sur residiendo en Europa y en los Estados Unidos. Creadores que trabajan problemáticas e imaginarios de sus países, pero con un sentido universal, dada su profunda raigambre humanista.

Artista venezolana Natalia Rondón. Foto: Internet
 

Estructurado sobre el eje curatorial de esta XIII edición, “La construcción de lo posible”, este proyecto es una representación del contrapunteo entre las artes visuales y la arquitectura, que se disfruta tanto en los espacios cerrados, como en esas galerías al aire libre que invaden la capital y otras cuatro provincias del país. 

Y esto lo posibilita el responsable, más allá de otras concomitancias. El que proyectó y concretó la muestra, el crítico de arte, curador y poeta Nelson Herrera Ysla (Ciego de Ávila, 1947), cofundador del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y de la Bienal de La Habana.

Es consecuencia de una voluntad manifiesta por el también integrante del equipo curador de la Bienal, en su texto “Las múltiples construcciones de lo (im)posible”, incluido en el catálogo. “Decididos a continuar potenciando la trascendencia de la arquitectura y el diseño en las estructuras de comportamiento urbano, valoramos ambas disciplinas como protagonistas activas en la humanización de nuestro hábitat y entorno cultural…”.

“Hemos escogido obras muy vinculadas con la arquitectura, porque ese sitio es un emblema de la arquitectura cubana y es el recinto ferial más importante dentro de la ciudad, donde se han hecho grandes exposiciones”, dijo al respecto Nelson Herrera Ysla. Vale recordar que en estos espacios del Pabellón Cuba —junto a los del Museo Nacional de Bellas Artes—nacieron las bienales de los sin voz en 1984.  

Al entrar por la céntrica calle 23, nos encontramos con la instalación Uproted (2019), del sirio-alemán Manaf Halbouni (Damasco, 1984). Una vieja carrocería de automóvil es convertida en una casa para una sola persona, con mesitas, televisor, libros, plantas… Una obra que apunta al desarraigo y al encarecimiento de las viviendas en muchos países de Europa. El graduado de la Art Study at the University of Fine arts de Damasco (2008) y de la Visual Art Study at the Academy of Art de Dresden (2014), ganó celebridad con su escultura gigante Autobuses de Alepo, que ubicara en Dresden y en Berlín; tres autobuses colocados en vertical, como una advertencia contra el terror y el terrorismo. Una obra que se inspiró en una foto vista por el creador en marzo de 2015, tomada en la agredida ciudad de Alepo.

En las escaleras, fueron colocadas dos de las cuatro piezas del mexicano Javier Hinojosa (México, 1956). Son construcciones a partir de la búsqueda, la selección y la intervención de muebles que se encuentran en desuso, y que representan a edificaciones emblemáticas de La Habana como el Focsa, el Habana Libre y la torre Atlantic. Con Funcionamiento tropical, a partir de la idea de la autoconstrucción, el creador reflexiona en torno al carácter objetual que conforma y anima el espacio urbano, aguzado por la precaria realidad social de la mayor parte de las ciudades poscoloniales. La obra del graduado en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM y titulado como licenciado en Enseñanza Artística en Artes Plásticas por el Instituto Nacional de Bellas Artes, destaca por el tratamiento y estilización que impregna en las imágenes que capta en sus distintos viajes.

El túnel del Pabellón es ocupado por varias obras. Al inicio, se montaron los constructos del argelino residente en Noruega Hans Hamid Rasmussen (Argelia, 1963). Son 12 fotografías analógicas, en blanco y negro, intervenidas, caladas, bordadas y/o cocidas. Kasbah Walking es la referencia metafórica a sus emociones al caminar los barrios que habita.

La muestra y las obras transitan, como diástoles o sístoles, de los espacios públicos a los más hogareños, íntimos. De los constructos que habitamos a los que nos habitan, subjetivos, espirituales, simbólicos. 

Así, con dos M —identificativas de la reconocida marca de McDonald´s, pero construidas artesanalmente con hojas de tabaco—, el artista Moataz Nasr (Alejandría, 1961), alude la americanización y estandarización de las culturas, cuestionando el nuevo globalismo que marca el desarrollo geopolítico y social en África. La práctica artística de este pintor, escultor y artista multimedia egipcio, se caracteriza por fomentar el diálogo a través de las fronteras geográficas, integrando el arte, la sociología, el sufismo y la historia.

Bien sugerente, y con una presentación muy a tono con los tiempos que corren, es la propuesta de la boliviana Narda Alvarado (La Paz, 1975). Esta investigadora, arquitecta y estudiante de filosofía, emplea el arte como una herramienta poética-estética-técnica para pensar la realidad, vincularse con el mundo y entender el arte en sí. Desde su posición como ser humano contemporáneo (tecnologizado, interconectado, informado), intenta explicar el amor de pareja con técnicas arquitectónicas. Nos propone cuatro edificios arquitectónicos a emplazarse en el tejido urbano y que representan: amor institucionalizado o lo que se cree que es el amor, lo que no es el amor, lo que el amor puede ser, y lo que el amor podría ser (superamor).

Al momento de mi visita, estaba aún en montaje el enviroment La cueva (de la voz de la materia) (2012-2019), de Dania González (Jagüey Grande, 1991), graduada de Artes Visuales en el ISA y en la universidad Alanus Hochschule de Bonn, Alemania. Tampoco pudimos visualizar el video en color Modern City Steel (2018), del europeo residente en Nueva York Isak Berbic (Bosnia, 1983). 

Saliendo por el túnel, nos topamos con la instalación del joven artista Karlo Andrei Ibarra (San Juan, 1982). Basamentos son nueve esculturas “construidas con libros alusivos a la Revolución cubana y el colonialismo, entre otros temas, para cuestionar cómo se construyen las identidades. Son obras semejantes a bases arquitectónicas, con cemento y otras mezclas Ibarra va componiendo pequeños bloques que tienen libros de historia adentro, no solamente sobre la arquitectura y la historia de la cultura, también vinculados a la historia universal”, comentó Herrera Ysla sobre esta propuesta.

Como cortinas, colgadas en la pared o desde el techo yacen los cinco constructos de la joven artista plástica venezolana Natalia Rondón (Caracas, 1972). Cartografía portátil. Objetos de viajes es el mapa de la deriva reflexiva de la artista, expresión de sus indagaciones en el tránsito entre el orden y el caos. Trayectos subterráneos caraqueños, Matriz del sur, Territorialidades de la Isla, La mirada en el Sur Desfragmentaciones son los nombres de las obras que tratan el desplazamiento, pero en el sentido de los lugares. “No hay bloqueo que nos bloquee, además, estamos con cultura en resistencia”, explicó la Rondón.

Su participación en la Bienal de La Habana significa un “aquí estamos, existimos y venceremos”, al decir del titular de cultura Ernesto Villegas. Un homenaje al papel de la mujer en estos tiempos de guerra, “sin ella, el pueblo venezolano no hubiese llegado hasta aquí y sin ella, no tendría garantizada la victoria, como la tiene garantizada gracias a la ternura de la mujer de Venezuela”.

Ya en el espacio central de la instalación capitalina, recorremos Estratosfera, el proyecto del reconocido artista cubano Adonis Flores (Santi Spíritus, 1971). El graduado de Arquitectura en la Universidad Central de Las Villas (1997), nos propone —a través de la mapificación de las rutas de ómnibus—, una posible transformación de ciertas zonas de La Habana, en su 500 aniversario.

Muy poética resulta la espaciosa instalación de la cubana Dayana Trigo (La Habana, 1990). La graduada de San Alejandro (2009) y de la Facultad de Artes Visuales del ISA (2014) construye una metáfora arquitectónica, simbólica y funcional que localiza y gestiona la búsqueda de estados de pureza y espiritualidad. En La máquina de Leedskalnin y otros relatos, la arquitectura es asumida como experiencia epistemológica, para entender e interpretar el amor, la construcción de las relaciones amorosas. La joven artista cubana participó con Urbe (2006), en los proyectos colaterales de la IX Bienal de La Habana, y en la muestra colectiva La madre de todas las artes, curada por Herrera Ysla en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam (2016).

Desde el Medio Oriente, la artista visual Marianne Fahmy (Alejandría, 1992) nos trajo el video What things may come. Fahmy construye con sus videos e instalaciones, narrativas alternativas basadas en la investigación, integrando desde diferentes campos de estudio, imágenes, historias de vida, textos y arquitectura, y abriendo un abanico de preguntas y posibilidades.

Hippocampus es la instalación del senegalés Sheikh Ndiaye (Dakar, 1970), quien vive y trabaja entre Nueva York y su ciudad natal. Graduado de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Dakar y Lyon, Ndiaye está particularmente interesado en la arquitectura y la planificación urbana. Su obra, compuesta de pinturas, fotografías e instalaciones, se guía por una mirada singular a lo informal, que es para él la base de toda su práctica artística. Como una ola o fragmento de un barco, los parches de tela vuelven a la vida, a su plenitud material y se proyectan a un nuevo imaginario.

La muestra que ocupa el Pabellón Cuba es extensión de otras propuestas curatoriales de Nelson Herrera Ysla, que han tenido como eje el diálogo de la arquitectura con las artes visuales. En el 2016, el graduado de Arquitectura en la Universidad de La Habana, organizó en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam la muestra colectiva La madre de todas las artes, compuesta por la obra de 60 artistas cubanos que, en alguna medida, han captado el espíritu de la arquitectura en sus obras. Según el curador y crítico , “la arquitectura hoy día se percibe de muchas maneras: a través de sus signos, sus símbolos, de piezas pequeñas y grandes a la vez. Con esta exposición pretendemos mostrar la arquitectura desde su diversidad, creadoramente, directamente, o de forma más elíptica. Creo que sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la cultura de cualquier país”.

Esta tuvo como antecedentes La caza del éxito (mediaciones e interferencias del kitsch en las viviendas cubanas)”, que ocupó el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales durante la XI Bienal de La Habana (2012) y Señales de vida (diseño industrial y arquitectónico de profesionales cubanos altamente calificados), montada en el propio Centro Wifredo Lam al año siguiente.

 
Artículos Relacionados:
 
La censura como un reino en sí mismo
 
Metáfora de vida en la instalación interactiva de Tamara Campo
 
Pabellón Cuba: un gran espacio para el arte
 
Camino de muerte