De lo que veo a lo que escribo

Ana María Domínguez Cruz
12/10/2017

El tema motiva la conversación. Limitantes económicas, de creatividad y de abordaje de un fenómeno social como lo son las teleseries afloran, y creadores en general necesitan que sus criterios se tomen en cuenta, en tanto consumidores en primer lugar de productos televisivos con estas características.


Película Esteban, con guión de Amilcar Salatti

 

Amílcar Salatti, quien ha sido guionista de varias series televisivas (Zoológico, UNO, Patrulla 444, De amores y esperanzas), de cine (Esteban), acepta la invitación. Prefiere no darme los títulos de lo que disfruta en sus ratos libres, “es que son muchas series, uno bebe de todo”, y privilegia entonces el análisis, la reflexión.

Hablemos de series televisivas…

¿De las que veo o de las que escribo?

De ambas. Eres una misma persona, consumidor y creador…

Sí, pero es diferente. Yo sé que no puedo escribir una serie al estilo de Juego de Tronos, por ejemplo… Existe la censura y la autocensura temática. No disponemos en el país de los suficientes recursos para realizar una serie con esas características, y para hacer una caricatura de lo que ya ha triunfado en el mundo, mejor no.

Existen numerosas series televisivas y cada una complace a uno o varios tipos de público. Ese diapasón tan amplio, sobre todo en aquellas que se realizan en Estados Unidos —aunque también España y Reino Unido han potenciado esos productos—, permite que casi todo el mundo se “enganche” con una serie. Y tal vez como receptor te interesa una temática en específico, pero comienzas a explorar, ves otras de otro corte, y quedas igualmente “seducido”.

Casi todas las series que se realizan en otros países tienen una factura extraordinaria, una puesta en escena y un guión de calidad; esos son recursos que como espectador te atrapan. Antes te gustaban los thrillers, pero después indagas en la ciencia ficción, luego en la fantasía, y un día descubres que tienes un montón de discos o de gigabytes de tu computadora de ese tipo de productos que lamentablemente, cuando comparas con lo que hacemos en el país, salen ganando.

Cuando se dispone de muchos recursos y hay muchas personas en función de concebir un producto exitoso, se logran los excelentes resultados que hemos visto. Incluso, cuando encuentras series, como las que he visto, cuyo guión no es de óptima calidad, terminas viéndola de todos modos porque encuentras algo más que te interesa. O desechas esa en particular, pero puedes buscar otra, porque la oferta es variada y todos los grupos etáreos pueden ser complacidos.

Las grandes series tienen guiones espectaculares…

Es cierto. En la mayoría de los casos no existe un solo guionista, sino varios, aunque uno de ellos sea el principal. Ese cerebro guía recibe las propuestas y las pule, las limpia, las unifica, y por eso no nos percatamos de diferentes estilos al escribir. Todo confluye.

En Cuba, por ejemplo, no sucede así con frecuencia, y mucho menos cuando se trata de series de corta duración. Incluso cuando se trabaja en un grupo de guionistas, como ya lo he experimentado en la serie Zoológico, en UNO, y en De amores y esperanzas, se notan los distintos estilos. Tenemos asesores que revisan el trabajo, pero cada guionista, por lo general, arregla su capítulo, y esa diferencia se nota. Sobre todo sucede en las series policíacas, que escribimos varios; cada uno escribe a partir de un caso que recibe, aunque mantengamos un patrón en las características de los personajes y las subtramas, y en el caso de UNO, por ejemplo, maticemos con cierta libertad la realidad.

Lo que vemos y queremos pero no podemos tener en Cuba, ese es un gran dilema.

Claro que sí. Respeto al público y le hago mucho caso. No tiene conocimientos de aspectos técnicos, pero te da criterios valiosos para no cometer errores como guionista. Se realizan encuestas, pero en mi criterio no son del todo fidedignas porque por lo general se centran en La Habana, donde se producen la mayoría de las series. Lamentablemente hay temáticas que dejamos de abordar y que pueden interesarle fundamentalmente a públicos de otros territorios, pero es precisamente por el tema económico, porque investigar y producir fuera de la capital encarece mucho el proceso.

Como guionista puedes tener muchas ideas, pero esa autocensura temática de la que te hablaba atraviesa conceptos tales como qué es lo que le interesa a la televisión hacer y costear, más allá de lo que a ti como profesional pueda interesarte. Terminas entonces trabajando por encargo, o buscando qué le interesa a la televisión para desarrollar esa idea, que tal vez en principio no te motivó.

El presupuesto que se destina para la realización de estos productos limita mucho a los creadores, a los guionistas en general. Con RTV Comercial, por ejemplo, se han logrado niveles de puesta en escena muy buenos, de calidad. Pero depende del tino o no de los decisores, y eso incide en que tengamos un diapasón muy estrecho de temáticas a la hora de producir.

Si le presento una serie de ciencia ficción a la televisión es muy probable que no le interese, y es lamentable, porque tengo muy buenos recuerdos de Shiralad, por ejemplo, que se transmitió durante el Período Especial. En principio la cuestión económica cercena mucho, pero no es lo único. A veces se destinan presupuestos a productos que luego no satisfacen las expectativas. No siempre se tiene la vista larga de saber si lo que funciona en el papel luego en la pantalla tendrá igual resultado.


 Serie de televisión estadounidense Friends.

 

La gente entonces ya no le tiene mucha fe a que lo que hacemos sea compatible con lo que necesitan. Se compara mucho con lo que se ofrece en otros países, y como el tiempo transcurre y no se prioriza desde los canales pertinentes, se acumula el atraso creativo de esas producciones.

Las series de corte humorístico son de las que más se consumen…

Ahí tenemos un gran vacío. Es muy difícil concebir y mantener series con un alto nivel de humor como las españolas Aída, Aquí no hay quien viva, o la estadounidense Friends.

Tenemos escritores para programas de humor o humoristas que escriben, pero es para un tipo de producto que no es la serie televisiva, no es igual. Aun así, son muy pocos, y por eso admiro tanto a los que escriben el programa Vivir del cuento porque semanalmente logran mantener ese espacio con calidad.

Independientemente del factor económico, ¿qué atenta contra la concepción de un producto con estas características en el país?

Más allá de las limitaciones de recursos, que es fundamental, influye la carencia de escritores. Lamentablemente no se forman profesionales de este tipo. ¿Dónde se estudia guión? En la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Esos egresados no van, por lo general, a la televisión. Si la televisión no genera guionistas, se pierde mucho lo que se necesita desde la base para concebir productos de este tipo.

Yo soy autodidacta, desde mis estudios de Veterinaria, mi trabajo como microfonista y mis atrevimientos, después, como guionista. Muchos son como yo, o provienen de Dramaturgia, de Teatrología y se adentran en estos temas. Esa carencia es un aspecto importante porque los guionistas generan proyectos, aportan las ideas, y todo no puede hacerse por encargo. Si no, ¿cómo logras complacer al público?

Otro problema es que no tenemos un horario establecido en la televisión para las series. Todo lo empaquetamos en el horario de la novela. Perdimos también el clásico espacio de las 7 y 30 de la noche, el de la aventura, y los códigos de todas esas producciones son diferentes.

LCB: Lucha contra bandidos tuvo una factura muy buena de acuerdo con los recursos disponibles, y además abordó un tema que era necesario tratar. Sin embargo, a la gente le costó mucho adaptarse a esta serie los sábados en la noche. También se trata de eso, de pensar dónde colocas el producto para no perjudicarlo después por muy bien hecho que esté.

En general, considero que nos falta un poco de cultura en este sentido. ¿Dónde colocamos cada producto?, ¿qué producimos y qué no?, ¿qué necesita el público que hagamos? Dos series al año no pueden ser de las opciones preferidas porque complaces a un público con una y a otro con la otra, y a los demás no les queda más remedio que ver alguna o ninguna, porque no les das opciones para sus gustos.