De cómo agradecerle a Buena Fe

Guille Vilar
10/8/2017

A menudo presiento que perdemos mucho tiempo al hablar acerca de las mediocridades que nos agobian en el terreno de la música, cuando en realidad tenemos que estar muy orgullosos de la alta calidad de no pocas propuestas musicales de nuestros sellos discográficos. Si revisamos con esmero, encontramos muestras de originalidad, rigor profesional y talento entre las más disímiles manifestaciones de nuestra música, obras que reclaman de la atención requerida para poder ser promocionadas con la mayor premura. Sin embargo, entre tanta voluntad de elogiar, requiere particular enfoque crítico el más reciente disco grabado por la EGREM a la agrupación Buena Fe. Se trata del CD Sobreviviente, fonograma merecedor del Gran Premio Cubadisco 2017, honroso galardón que contiene en sí mismo valoraciones de honda significación.


Portada del CD Sobreviviente, fonograma merecedor del Gran Premio Cubadisco 2017. Foto: Cortesía del autor

Desde la aparición del dúo Buena Fe en el contexto actual de la música cubana, Israel Rojas y Joel Martínez han logrado aportar una renovadora frescura a la escena de la música pop, con una dosis que se extiende mucho más allá de esa lírica sin mayor complicación, típica del género en cuestión.

En el momento de abordar la temática del amor entre la pareja, Israel como compositor ha elevado el rango de un lenguaje asequible para diagnosticar el estado de semejantes relaciones sin tener que caer en la insoportable frivolidad de algunos creadores. Ahí están clásicos de la canción de amor como “No juegues con mi soledad”,Déjame entrar” o “Loco por ti”. A la vez, desarrollan un sentido del humor criollo, ese que nos hace pensar mientras compartimos jocosamente las ocurrencias de “Mamífero Nacional” o la desafiante virilidad de “Pi 3,14”. Por otra parte, en cualquiera de sus discos anteriores podemos encontrar canciones donde se nos convoca a considerar nuestras realidades desde perspectivas diferentes.  

Entre las más populares de esta línea estilística están “Catalejo”, una invitación a mirarnos más por dentro, y “Todo el mundo cuenta”, hermosa alegoría de cómo las jóvenes generaciones perciben la grandeza del Apóstol José Martí.

Así pausadamente, pero seguros del camino escogido, Buena Fe ha alcanzado un estadio superior de indiscutible compromiso con la creatividad, al estampar una meditada madurez conceptual en la última entrega discográfica del respetado dúo. Sin lugar a dudas, ha valido la pena esperar dos años para concebir tan exquisito producto cultural. En tal sentido, hay discos, como es el caso de Sobreviviente, que conforman una comunidad de obras excepcionales que cual papiros digitales, exponen a golpe de versos las circunstancias de vivir en estos tiempos difíciles, pero indudablemente hermosos. La vida es solo un instante, pero ennoblece el empeño por tratar de merecernos tan sublime momento como se nos asegura en los textos de estas canciones. No exageramos si calificamos a Sobreviviente como el manifiesto de una épica donde los revolucionarios, por encima de las dificultades, no cejamos en el intento por cambiar al mundo para mejor. Desde la pieza que abre el disco, “Vivir sin arrepentimientos”, no se nos da tregua en cuanto a la urgente necesidad de asumir la ética de ser por los demás, vibrante discurso temático que es ratificado en la canción que da título al disco. En la actual coyuntura que se encuentra la Humanidad, no podemos darnos el lujo de aparentar que nos comportamos como moradores de esta tierra cuando sentimientos profundos no nos resultan de interés y podríamos llegar a sentirnos desmotivados en nuestras ansias de vivir plenamente. Hay que tomar partido a favor de los dictados del corazón, que no por gusto corazón es la palabra más reiterada entre las canciones que estamos detallando.

Y a propósito de detalles, las imágenes que aparecen en el empaque del CD Sobreviviente han sido encargadas a Roberto Fabelo, relevante artista de la plástica cubana, cuya imaginativa y elegante figuración armoniza coherentemente con el ambiente proporcionado por la música que emana del disco.

Como en pocas ocasiones, estamos frente a un proyecto discográfico que, para su mejor comprensión y por lo tanto mayor disfrute, debemos escuchar mientras leemos las letras de sus canciones, con la certeza de que se trata de una obra que no dejará de asombrarnos, aunque lleguemos a conocerla de memoria. Tal es el caso del enigmático tema “Dijo el diablo”, pieza que sorprende tanto por su cambiante estructura musical como por la aguda introspección del deber en nuestras conciencias. Apenas llegamos a la cuarta pieza y en la curva de atención por los temas tratados, se ha mantenido una elevada presión que, al llegar a “La tempestad”, hace que nos sintamos regocijados por el resplandor del pensamiento expuesto. Esta magnífica obra musical se coloca en la cima del conjunto de nuevos temas de Buena Fe y en ella participa como invitado especial el trovador Silvio Rodríguez. Si bien en la coda de la pieza nos revelan la majestad del talento, al apelarse a la magia de la creación cuando dialogan las voces de Israel, Silvio y el coro de los músicos del grupo, una canción como “La tempestad” ratifica la sentencia de un modo de vivir al que no se le puede poner precio, como tampoco se puede intentar buscar el fin de esta saga entre los continuadores de la esperanza en cada generación de cubanos.

Quizás con la pieza “Si nos dan un filo” pudiéramos tomar un respiro ante nuestra decisión de continuar la escucha del CD Sobreviviente; pero ante este incesante diluvio de imágenes poéticas de alto grado de lirismo que no podemos pasar por alto, hay una aparentemente sencilla, pero que descubre el ingenio del bardo al referirse al atardecer como el hecho de que el mar se guarda el Sol adentro.

Solo un compositor enamorado del milagro que implica el significado de existir, es capaz de evocar imágenes tan tristes que, desde el inconsolable dolor de una pérdida, aparecen en este hermoso, pero verdaderamente “Bolero sangrante”. Pero como suele suceder en una obra de sólida factura artística como el CD Sobreviviente, resulta imprescindible conservar la presencia de un equilibrado balance del estado anímico a partir del carácter de cada una de las canciones, y es entonces en las piezas “Besos”, “Alabanza” y “De ti depende” donde Buena Fe aborda la otra cara de la moneda para hacer que nos relajemos espiritualmente, sobre todo en “Alabanza”. Dicha pieza es el pretexto para un entusiasta convite por la alegría a la que todo ser humano tiene derecho, sentimiento que debiera estar para siempre entre nosotros. No obstante, de vuelta a la cruda realidad, en “Lágrimas tras cebollas”, un dramático arreglo con acentos tomados del rock, encontramos el fuerte entorno sonoro para denunciar la violencia de género desde conmovedores pasajes poéticos como en el que la mujer golpeada afirma: “Resbalé en el viento, me caí en el mar…”

En cambio, si para el Apóstol, “los hombres deben de hablar en versos a las mujeres/De rodillas y con un ramo de flores en la mano” [1], Israel, cual connotado discípulo de la prédica martiana, asume semejante dote de ternura para ser entregada a la cantante Luna Manzanares quien, como invitada especial, aparece perfumada por la fragancia que proviene de los inspirados versos de “Una mujer”.

Cerca ya del final del disco, Israel y Joel persisten en que todavía queda espacio para entregarnos otro de los clásicos de la canción de amor. En esta oportunidad nos obsequian un fresco del corazón, órgano al que estos pintores del alma conocen perfectamente desde todas sus perspectivas. Los colores del tema “Bodas” están plasmados en un lienzo que solo reconoce la pureza del amor, de un amor que es capaz de aceptar los gestos tradicionales de nuestras bodas porque se trata de una obra de arte valorada como el testamento de la inmensa felicidad de esta unión entre dos seres que se aman.


“Israel y Joel persisten en que todavía queda espacio para entregarnos otro de los clásicos de la canción de amor”. Foto: Prensa Latina

Para el cierre reservan “Hipibano”, otro de esos temas de fin de fiesta con que acostumbran a despedir sus discos. Aquí Buena Fe cuenta con la participación de Frank Delgado y Vicente Alejandro; todos juntos y desde la mayor alegría aluden en aparente broma, pero seriamente, a la generación de aquellos jóvenes de los años sesenta que, cargados de sueños y de ilusiones, coincidían en que el mundo debía de cambiar desde el reclamo del “peace and love”, huellas que se resisten a desaparecer entre los que sobrevivimos al mundo de hoy. Es que nuestros destinos parecieran estar enmarcados en la vertiginosa renovación de la alta tecnología con que pretenden hipnotizar a la gente hasta el punto de que se cuestione el hecho de pensar como un acto supremo de soberanía, con el fin de poder dominar a las mayorías. Como a modo de alerta en el artículo “Tecnologías: No seamos siervos de ellas, trabajemos con ellas”, el prestigioso intelectual Fernando Martínez Heredia, recientemente desaparecido, advierte: “En vez de un pensamiento único, intentan convertir en algo normal que no se piense” [2]. Y hay tantas cosas urgentes en qué pensar, que no queda otra de agradecerle a Buena Fe por este invalorable documento musical de Sobreviviente, canciones que nos acercan a las esencias del conocido pensamiento martiano: “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti” [3].

 

Notas:
1. Martí, José. Otras Poesías, t. 17, p. 246.
 
2. Martínez Heredia, Fernando. “Tecnologías: No seamos siervos de ellas, trabajemos con ellas”. Diario Juventud Rebelde. P.5 13/06/17.
3. Martí, José. Ismaelillo. T.XVI, p. 17.