Curiosidades de siglos según la cábala del 16

Jorge Sariol
31/3/2016

El 2016 apenas termina su primer trimestre y ya inscribió varios acontecimientos que marcarán pautas en la historia nacional. Cómo serán los restantes trimestres, tal vez dependa del aserto de aquella máxima que dice ¡Lo que bien empieza….!

En los nueve meses que faltan puede que se produzcan buenos y nuevos partos y, con todo, cada quien asume su propia lista de lo que es bueno y lo que es malo, y eso tiene de peculiar el ser humano.

Hace 100 años, por ejemplo, durante el primer trimestre del 1916, fue  notorio y dio qué hablar un discurso pronunciado en el senado cubano por un político conservador de apellido Maza y Artola, titulado, nada más y nada menos, El imperio de la botella.

En su speech, no se refería el gubernativo, considerado muy popular y cívico en la época, a la costumbre de “empinar el codo” o al arte de “chuparle el rabo a la jutía”, divertimentos elocutivos para referirse a la acción y efecto de beber alcohol en sus variados bouquet.

El centro de su disertación se enfocaba a la institución de una modalidad consistente en crear empleos ficticios destinado a políticos, familiares de altos funcionarios o personalidades influyentes, que cobraban salarios de nóminas artificiales, sin tener que trabajar y cargadas al erario público.

La botella, nombre criollo dado a aquella fórmula mágica, fue durante largos años un deporte nacional. Según cronistas de entonces la Lotería Nacional era la colmena de tanta miel de incivismo, pero de modo general reunía a un “temible ejército”. Algunas cifras aseguraban que el gobierno llegó a pagar alrededor de 15 millones de pesos anuales.

Pero también hace una centuria se inauguraba un Salón de Bellas Artes en el entonces local de la Academia de Ciencias. Con la presencia del presidente Mario García Menocal —uno de los promotores más entusiastas del “botellerismo”— asistían al acto de apertura 30 artistas con 100 cuadros; seis escultores con diez obras y seis caricaturistas con 33 creaciones. Completaban el acto 30 proyectos de construcción civiles. En aquel día iniciático solo se vendió un cuadro, obra de ya afamado pintor cubano Leopoldo Romañach. Otros eventos se sucedieron a lo largo del año 1916.

La declaración de la Virgen de la Caridad del Cobre como patrona de Cuba —en junio— fue sin dudas uno de los de más trascendencia. Y lo sería también la colocación de la estatua ecuestre del gran Antonio Maceo —en mayo— que aún permanece incólume en el parque del mismo nombre, frente al imponente hospital Hermanos Ameijeiras. En aquel año pasó un ciclón entre La Habana y Pinar del Río; se fundaba una escuela naval a la entrada de la Bahía del Mariel para graduar a oficiales del cuerpo y  maquinistas; por medio fraudulento García Menocal —con la asistencia del ejército y el Tribunal de Justicia— se hacía reelegir en la presidencia y se afirma que a finales de noviembre, por el método de a mí me roncan… prohibió que se interpretasen de modo oficial los aires faranduleros de La Chambelona, cuasi-himno del Partido Liberal —opositor— y permitía que en su lugar se tocase con entusiasmo, la no menos pachanguera La Conga, ritmo causante del delirio patriotero de los conservadores.

Si saltamos a 1716, la Corona Española nombraba como Capitán General de la Isla de Cuba a don Vicente de Raja, quien tuvo que ir “rajando” de la ciudad un año después ante la amenaza de linchamiento al que estaban dispuestos un grupo de tabacaleros, hartos del estanco del tabaco y que fomentaría poco después la famosa y malograda Rebelión de los Vegueros.

Para los nativos de Mantua la fecha tiene natural trascendencia, pues con el nombre de Guane del Norte, se asentaría el poblado que dio inicio a lo que hoy es la cabecera de ese término municipal.

Y por el mismo motivo deben estar muy apegados los naturales del poblado de Alquízar, pues a finales de 1616 —100 años antes— en unas tierras que serían destinadas al cultivo del cafeto y que para el efecto había comprado el recién nombrado Capitán General de entonces, don Sancho de Alquízar, se fue convirtiendo de punto poblado a caserío, luego en pueblo y más tarde en asiento de Comandancia de Armas, con residencia del capitán Pedáneo, es decir, alcalde de una localidad o de una zona residencial que se encuentra separada de su municipio. Para aclaración oportuna: pedáneo no significa otra cosa que aquel juez o autoridad quien, en tiempo del Imperio Romano, sólo conocía de las causas leves, y no tenía tribunal, sino que oía de pie y decidía de plano.

1616 dejaría en cambio un mal recuerdo durante algunos lustros a varios habitantes en el otro extremo de Cuba, pues una furiosa crecida del río Cauto arrasaría con el delta de su desembocadura y varios tramos de su cauce, incluyendo haciendas y algunos barrios de la entonces villa de San Salvador de Bayamo.

Para completar medio milenio de curiosidades de siglo en siglo, en esta especie de cábala del 16, vayamos a 1516.

Ese año la iglesia Católica, Apostólica y Romana decidió instituir el primer obispado de Cuba y de todas las islas circundantes, incluida la Florida, con sede episcopal en la Ciudad Primada. Pero en la Villa de Nuestra Asunción de Baracoa nunca llegaría a ejercer el prelado elegido para el cargo: el fraile dominico Bernardino de Mesa, tal vez lleno de malos augurios declinó el compromiso. Moriría ocho años después. Algo curioso habría de ocurrir al respecto. Los cuatro pontífices siguientes, nombrados o no, ejercerían o lo harían sin pisar suelo cubano.

Otra suerte le tocaba a don Diego Velázquez, pues como adelantado, decidió para la fecha mantener su autoridad en la parte oriental de territorio de la Mayor de las Antillas —jurisdicción de Cuba, que era como denominaban entonces— pero con sede en la ciudad de Santiago. Y dejando  Baracoa allá se fue, para residir en una casa que aún se conserva en el centro santiaguero.

Ese año iniciaba su reinado Carlos I de España y V de Alemania. A pesar de la grandeza que significó —era nieto de los reyes Católicos— la conquista y explotación del nuevo mundo, a pocos meses de cumplir cuatro décadas de exitosa y próspera regencia, abdicó, dicen que por graves problemas financieros del reino.