Cuando la modestia y la humildad acompañan al talento

Guille Vilar
17/3/2018

En la madrugada del pasado viernes, partió hacia la posteridad una figura imprescindible de la Nueva Trova: Eduardo Ramos. Integrante del legendario Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, Eduardo se desempeñó como el bajista que acompaña a la mayoría de las canciones patrimoniales archivadas en el tesoro de dicha agrupación. No obstante, además de este riguroso y preciso desempeño como instrumentista, compone sugerentes temas instrumentales como Báilalo si puedes, pero sobre todo dos piezas emblemáticas de la cultura cubana contemporánea.


“Nunca disputó la propiedad autoral de tan emblemáticas composiciones”.
Foto. Radio Cadena Agramonte
 

Hablo de La canción de los C.D.R y Su nombre es pueblo. Si en la primera Eduardo dona un popular y alegre tema a esta importante organización de masas, pieza que Sara González hace suya con todo el carisma que la caracterizó; Su nombre es pueblo forma parte de ese privilegiado conjunto de obras que patentizan la convicción de los cubanos de ofrecer la vida por su Patria. Nuevamente Sara se apropia de la canción y logra convertirla en un himno de combate.

Aunque se trata de piezas sumamente conocidas por todos los cubanos, debo destacar hoy la modestia y humildad propia de alguien como Eduardo, que nunca disputó la propiedad autoral de tan emblemáticas composiciones. Los cubanos se las habíamos regalado a Sara, su inconfundible intérprete.

Acciones como estas enaltecen la memoria de Eduardo, no solo como el excelente compositor que fue, sino por su capacidad para comprender que la relevancia de ambas composiciones solo podía ser atribuida a ese autor colectivo que es el pueblo cubano.

Descansa en paz, hermano.