Cuando dos hacen calidad

Daniel Céspedes Góngora
3/9/2019

Un entrevistador anda con mucha comodidad si conoce al interpelado: sabe lo que le puede preguntar y cuanto no. No obstante, aprovechándose de esto, debiera dar la sensación de quien desconoce y viene a tentar, identificar y hasta descubrir. Porque, (re)conózcase o no, el entrevistar tiene como camino, antes que meta, encontrar a la otra persona. El hallazgo es la primera de las cercanías o franquezas. Por ahí el sobresalto de la entrevista como género, pues preámbulos a distancia, las interrogaciones (des)acertadas no son aquellas que buscan contestaciones deseables, sino las espontáneas, lo imprevisto, quizás lo no dicho hasta ese momento.

Entrevistar es más que preguntar y responder. A veces ni siquiera hace falta colocar los signos de interrogación, sino sugerir a través de un breve comentario, como quien no quiere las cosas y deja caer un asunto para que el entrevistado exprese su opinión. ¿Y quién dice que no le estás sonsacando? Sobre este particular y lo anterior ya señalado, el fundador del Movimiento de la Nueva Trova Cubana y documentalista Carlos E. León está muy claro. Para confirmarlo, nos entrega catorce entrevistas agrupadas en su volumen Trovar el cine (Ediciones ICAIC, 2019).

 

Trova y cine. Binomio temido por sospechoso, pues se convocan personalidades inesperadas: Vicente Feliú, Chiara Varese, Noel Nicola, Manuel Argudín, Rafael Rey, Augusto Blanca, Miryam Quiñones, Raúl Rodríguez, Margarita Mateo Palmer, Miriam Talavera, Miriam Ramos, Isabel Santos y Corina Mestre. En un inicio, al consultar el índice, el lector pudiera, en efecto, desconfiar por los aquí reunidos. Mas, es el trovador, cuando no el realizador, quien entrevista al colega de profesión; a veces es al músico; otras, al cineasta. De manera que estamos ante una obra justificada y acertada.

Ahora, por los trayectos profesionales, los cuales amplían experiencias de vida, es que el libro de Carlos E. León se expande. Deja de ser una ocasión de dos para devenir un coloquio entre presente y pasado, donde lo explícito y lo aludido se emparentan cual reconocimiento de voces y manías ajenas. No se extrañe el lector, destaca el vínculo entre el cine y la trova pero, como buen libro del género, corazón y razón, psicología y develamiento de mujeres y hombres están en cada página. Ello no se le escapa tampoco a Norberto Codina, quien se explaya en el prólogo sobre el autor y el diálogo impreso. No está demás citarlo cuando plantea:

Norberto Codina, prologuista de la obra Trovar el cine. Foto: Andrés Ordóñez tomada del sito Excéntricas
 

En el decálogo de la buena entrevista, hay axiomas como «no hay preguntas indiscretas, sino respuestas indiscretas» o, solo aparece en el protagónico el objeto de la encuesta, aunque la mano casi anónima del encuestador nos lleve paso a paso o, como suele suceder en los mejores ejemplos del género, el diálogo muestre, a la vez, el rostro del entrevistador y del entrevistado…

Junto a Secreto de confesión. Trece narradores se cuentan a sí mismos (Editorial Arte y Literatura, 2016), de Ciro Bianchi; El sabor del instante (Ediciones Holguín, 2016), de Eugenio Marrón Casanova; La voluntad de prevalecer (Ediciones Boloña, 2017), de Mario Cremata; Conversaciones al lado de Cinecittá (Ediciones ICAIC, 2018), de Arturo Sotto; Trovar el cine, de Carlos E. León, es de esos libros que, por entrevistados y entrevistadores, deseamos conservar.