Concursos de corta visión

Jorge Ángel Hernández
13/6/2019

La Fundación Vista Larga convocó a un concurso en contra del Decreto ley 349 en octubre de 2018, con fecha de cierre el 31 de enero de 2019. Las bases daban por sentado que este criminalizaba la creación, por lo que, más que un concurso de libre expresión, surgía como una campaña de muy cerrado requisito ideológico. En total, ofrecía 600 dólares, o CUC, repartidos en seis premios. Se establecía como requisito de participación el uso de la etiqueta #349Cuba, tanto para tweets, como para videos de menos de un minuto y miniartículos en Twitlonger. Vista Larga Foundation había recibido un presupuesto oficial de 82 000 dólares para el año fiscal 2018, monto que supera en dos y diez mil dólares las erogaciones respectivas de 2016 y 2015.

Postal de La Jiribilla.
 

Esta tabla muestra la ayuda monetaria oficialmente declarada por la National Endowment for Democracy (NED) para la organización en esos años fiscales:

Año fiscal

ID

Monto

2018

71743

82,000  

2016

572918

80,000  

2015

571401

70,000  

Total

3

232,000  

La campaña contra el decreto ley 349 aparecía luego del fiasco de la llamada Bienal #00, liderada por artistas y especialistas de las artes visuales que habían fracasado en sus gestiones por potenciar el evento. Suponían, acaso, que la propaganda de guerra cultural presentaría el evento como un suceso alternativo relevante. Pero el árbol de la #00 nacía torcido por el abono de injerencia ideológica de sus convocantes, muy lejos de ofrecer obras o ideas con categoría de arte. Ni siquiera la parodia de referente incluido les daba algo de inquietud a sus propuestas. Era abismal la diferencia entre el legado artístico, cultural y crítico de los pocos que les brindaron apoyo y las propuestas propias de los activistas. Ni siquiera como activismo político podía considerarse un proyecto interesante; primó la falta de legitimidad y el anodino sostén cultural de sus propuestas. El efecto de recepción, tan esquivo a las clasificaciones argumentales en el ámbito del consumo artístico y la expresión cultural, la dejó en el olvido antes de que sus ecos lograran expresarse. Sin embargo, y solo por su rancio contenido político-ideológico, fiel al patrón de campaña injerencista, recibió complicidad propagandística en órganos de prensa sistemáticamente financiados por la NED, como Diario de Cuba o CubaNet.

El giro de atención hacia la criminalización del decreto ley 349, con su patrón de juicio predeterminado, buscaba redireccionar la atención de la disidencia financiada hacia las redes sociales y su caótico ámbito de información.

Puente a la vista establecía un tópico de interpretación jurídica, bajo la imprescindible coyunda de la perspectiva ideológica contrarrevolucionaria, para pagar acciones concretas de algunos de sus colaboradores estrechos. De ahí que resultaran premiados quienes forman parte de las exiguas nóminas de las organizaciones a las que la NED extiende presupuestos sistemáticos y todo resultara en una armoniosa hemofilia ideológica.

¿Se trata de búsqueda de méritos, o es solo un modo de asumir el contrato social en las difíciles circunstancias que el mundo del trabajo nos impone?

No es justo ser superficial en este aspecto, por muy superficiales que se vean sus estrategias de concreto activismo. Se trata, en muchos casos, de personas cuya obra no consigue reconocimiento en medio del superpoblado panorama que ha propiciado la política cultural de la Revolución cubana y que a la vez buscan ingresos salariales acordes con las demandas del costo de la vida, en caos en nuestro país desde el derrumbe del campo socialista europeo. Es un sector vulnerable a la manipulación, tanto por el carácter secundario de su obra, como por las limitaciones salariales del empleo que los vincularía al ejercicio de la conciencia de clase. Aunque no sean las únicas, estas causan gravitan sobre la inmediatez del individuo y lo tientan a aceptar condiciones contractuales que mejoren de inmediato sus ingresos personales.

Los resultados del concurso muestran una actitud desiderativa de colaboración entre entidades creadas para la subversión política y constitucional en Cuba, todas con nóminas escasas que repiten varios nombres. Es también abismal la diferencia, respecto a los valores literarios, entre la obra de los integrantes del Club de Escritores y Artistas Cubanos (CEAC) y otros que han desarrollado una vida literaria dentro del país, con publicaciones altamente críticas, por cierto. Vemos, no obstante, que a esa complicidad asociativa se suma alguna entidad de interés sindical, sector que también ha recibido beneficios de la USAID para la subversión en Cuba.

La inmensa mayoría de los artistas y escritores cubanos manifestó su apoyo al decreto ley 349, en un sinnúmero de debates y discusiones a los que convocara el Ministerio de Cultura, la Asociación Hermanos Saíz y la UNEAC, con funcionarios de máximo rango en todos ellos. Fue casi unánime la demanda de contar con instrumentos legales para frenar las manifestaciones de intrusismo profesional y acciones socialmente lesivas —machistas, sexistas, racistas, homofóbicas y violentas— que de acciones culturales se disfrazan aprovechando oportunistamente la variedad de nuevos espacios de manifestación.

La modalidad de concursos sigue en pie para “Puente a la vista y sus amigos”. Han convocado uno para libros de ensayo y otro para libros de poesía, ambos con 500,00 CUC, o dólares, para cada premiado, según el lugar de residencia, pues se beneficiarían, a la par, dos autores residentes en Cuba y dos residentes en el extranjero. Solo los principales concursos cubanos —Alejo Carpentier y Pensar a contracorriente, de ensayo, y Nicolás Guillén, de poesía— superan esta cifra. Por debajo en monto está la mayoría de los que se multiplican por provincias e instituciones, arbitrariamente reducidos años atrás, así como el histórico Premio UNEAC. Se advierte en la estrategia, no obstante, que este ejercicio de guerra cultural intenta sonsacar la participación de un sector superpoblado de escritores que puja por conseguir publicaciones, así como retribuciones económicas un poco más holgadas, aunque, como suele ocurrir con este activismo mercenario, la hemofilia ideológica los condene a perder, aun cuando se alcen con el triste diploma.