Carta o algo parecido a mi amigo de tanta batalla Yolo Bonilla

Pedro Beritán
10/7/2020

Llevo varios días rumiando la noticia. Expuesto a oleadas de tristeza, furias contenidas, llantos secos…

Me robo algo que leí hace unos días que decía: La gente cercana, hermosa y brillante, prefiero pensar que anda por ahí, brillando como siempre por el mundo.
A esta hora me vienen a la mente muchas imágenes, a veces sin orden, tan sin orden que ni recuerdo cómo ni qué día nos conocimos; tus “anhelos de pez”; las innumerables descargas en el piso de la Plaza de Armas, después de la peña La Séptima Cuerda, el día que despedimos a Alfredo (nuestro hermano brasileiro) en el mismo parque; aquel Longina de hace 16 años, para ti glorioso y para muchísimos de nosotros funesto (los nosotros: Adrián Berazaín, Mauricio Figueiral, Ray Fernández, un servidor y varios otros), ese viaje todos íbamos con el objetivo de profesionalizarnos como músicos y solo lo lograron unos 4 ó 5 (tú incluido) de la horda infinita de trovadores, cuando aquello veinteañeros.

 El trovador cubano Yolo Bonilla, recientemente fallecido en Italia. Foto: Juventud Rebelde.
 

Me siento ahora en tu concierto en el Astral, primera vez con banda, primera vez que veía un amigo cercano en haceres con un bandón similar, más tarde fue la banda del compa Yasek Manzano: David Faya y su hermano, Pachequito (Jorge Luis Pacheco), Kiko en la guitarra y no recuerdo todos los vientos pero destacaba Frank Palacios (el que todo lo puede). Eduardo Sosa y William Vivanco invitados, recuerdo que bromeaste al respecto, a un Astral semivacío, con que solo asistíamos por ver a tus invitados, y Claudia Expósito, de pie, a viva voz: ¡Yo vine a verte solo a ti!

Arreglamos tantas veces el mundo en G Café: Yo, Mayabe o Cacique en mano y tu esgrimiéndome una taza aguada de capuchino, donde también una tarde de una conversación con Carlos Acosta (el grande) y mismo capuchino en ristre, salió tu libro sobre él a modo de entrevista novelada; siempre me dijiste que me lo darías a leer y nunca lo tuve en mis manos.
Ahora estamos en el portal de Artes Decorativas de Santa Clara, nuestra bien amada, años después y yo escribiendo en el piso, dos papeles para darles a ti y a nuestro otro yunta Yordis Toledo la letra con acordes de mi canción “S.O.S.” (para ti, “Sálvame”, como para varios), que ambos acordaron versionar a su manera. Termino el borrador, se los extiendo, agarro la guitarra y empiezo a enseñarles, poco a poco; una hora después, cada uno tiene una idea de cómo lo hará. Mierda, qué difícil es hacer esto, por eso no quería meterme ahí todavía.

Pabellón Cuba, portal de 23, antes de las escaleras, te invito a un café y me vas diciendo cómo es la cosa… Nada, que estoy haciéndole la música a un animado muy cómico y es tremendo reto porque el tipo no habla, hay que hacerlo todo con la música y me muestra el capítulo de Pepe lavándose los dientes antes de que saliera, yo río mucho, sobre todo con la parte en que Pepe le paga con la misma moneda al gato.

Portada del disco Instantáneas de Pedro Beritán. Foto: Internet
 

Llamo a tu casa preocupado porque me dieron el espacio Verdadero Complot y, como tú tienes más experiencia, te consulto sobre el repertorio a incluir. Quedamos otra vez en G café y de ahí al parque de H y 21, nuestro escenario muchas veces. Guitarra en mano y 2 horas de discusión, un “cántame esta” y un “quítame aquella” más tarde, queda conformado el guion de mi concierto en el Centro Hispanoamericano de Cultura, que luego será mi único disco (hasta ahora) Instantáneas.

Me dio mucha risa saber que aquella novia brasileira de Psicología que tuve hace mucho y con la que había hablado de ti en plan de “¡Tienes que conocer a un amigo que se sabe todo de Djavan y hace canciones en portugués!”, fue novia tuya luego. He sido hasta tu celestino.

Vibré en Bellas Artes, en el público, como si fuera mío el concierto, mismo bandón y Eric Méndez en los coros y él mismo de invitado. Esta vez estaba repleto. Saliendo un día del Hotel Kohly (mi antiguo trabajo) como a las 5 pm, te encuentro en la parada, antes del Puente Almendares, y —oh sorpresa para mis oídos— me dices: “Mira en lo que ando trabajando…” Todos los temas mezclados sin voz del disco Yolinho Habaneiro, solo estaba terminado “Devagarinho” (“Suavecito”, Ignacio Piñeiro). Al oír esto, literalmente caí sentado y diría que di 2 y media mortales de frente, con medio giro (para no decir flipé, que no me gusta). Qué clase de disco, hermano, coj… Ahora sí partiste el bate. Luego, lógicamente, premio Cubadisco, y montones de cosas llegando, gracias a este éxito, que, aun siendo premiado en nuestro certamen más importante y teniendo tremendo reconocimiento mediático, ninguna disquera ha asumido como propio para licenciar. Pero esto es tema para otra reflexión.

 En el 2011, en una descarga con Gerardo Alfonso (al centro), Richard Gómez, Charly Salgado, Fidel Díaz,
Pedro Beritán, Juan Carlos Pérez y el Yolo Bonilla. Foto: Villa, tomada de El Diablo Ilustrado

 

Alguna de las veces telefónicas, esa vez llamaste tú, me buscaste por mi condición de “acompañante que se sabía una pila de canciones” para acompañarles “Aixa”, de Vanito, a los hijos de Neris, en una actividad para la escuela. No se dio, pero me hubiera encantado hacerlo. Ese año también fuiste jurado del Cubadisco; era una de las cosas que tenía bueno el certamen: a los premiados o nominados del año anterior los convocaban a opinar en la selección del premio.

Hablamos toneladas en el Astral, otro día, años después, esperando nuestro llamado para filmar el programa “Otros Tiempos”, de Gloria Torres, con la conducción de Zenaida Romeu. Nos reímos mucho de algo que dijo Víctor Casaus en la entrevista, que daba para otro de estos programas. Ese viaje grababan varios, respecto a la trova cubana, y en el nuestro estábamos Ihosvani Bernal, tú y yo. Acá tengo fotos de eso. Por suerte, lo repitieron porque el día que salió hubo un fallo eléctrico de gran envergadura y no sé cómo quedó sin corriente casi toda Cuba; solo nos vieron la gente de Oriente, la grabación que tengo es de un mes después (gracias a Eteivi Karina) en una repetición que ya no era horario estelar, y así nos perdimos el vidrio bueno otra vez.

Te casaste y me pareció bien el hecho de que fueras feliz, pero no me gusta que mis amigos vayan a probar suerte por el mundo y aunque entendí tu punto, sabes que no estaba de acuerdo. Y tú que sí, que el horizonte es más largo y yo que dime, nómbrame qué cubano ha sido exitoso en la música en todos estos años fuera de Cuba (salvo los 2 ó 3 que sabemos) y en Europa, menos. Así te fuiste a vivir a otro país, otra cultura, otro idioma, otro mundo.

Vinieron etapas de silencio prolongado, de comunicarnos entre líneas en los posts de cada uno. Recuerdo uno muy emotivo, el último en que interactuamos, donde hablabas de tu madre, terminaba: “Mi madre es una República”; ahí por el chat nos pusimos al día y me contaste de tu proyecto de libro de Ciencias Aplicadas al Deporte, que iba bien, y pensé… qué bueno que al menos el ocio y la soledad no lo han vencido (iluso yo).
Luego Eric y su preocupación por ti, por no saber nada de nada por más de un año, me hizo sentir muy mal y peor aún el saber que habías cortado toda vía de comunicación. Pero incluso, pensando lo peor uno siempre racionaliza y cree que, si quieres mucho a alguien, siempre estará bien. 
Ayer, hablando con nuestra amiga en común Ana Carolina Savino, recordamos que ella me pedía mi canción “Frida en mi pensamiento” con todo y texto para un trabajo y se la había mandado el 30 de Julio de 2016. Ahora me confiesa que el supuesto trabajo suyo era una sorpresa que me querías dar, que como no estabas escribiendo tanto, andabas estudiando otras cosas y querías montar esto en tu repertorio y mandármelo… Coj… de nuevo, por qué no quisiste comunicarte, por qué te permitiste encerrarte, aislarte de todos nosotros que te queremos, de tu familia. A estas alturas no es que quiera reprocharte nada, pero algo hubiéramos hecho.  Hoy, como yo te confieso, deben andar unos cuantos de tus amigos, esperando que los sorprendas con algo nuevo, con otra de tus incursiones en terrenos del arte que para ti no eran los más cómodos o, en mi caso, con una versión mejor de cualquiera de mis canciones. Te extraño, hermano, Yolo Bonilla.