Arturo Infante: Me gusta experimentar en el cine

Ana María Domínguez Cruz
14/6/2019

¿Dónde está la felicidad? ¿Quién te la garantiza? ¿Cuánto puede durarte? Si pierdes una oportunidad, ¿podrás tener otra igual o mejor? ¿Hasta cuando tienes que soportar lo que ya no toleras? ¿Otros pueden ayudarte? ¿Huir puede ser una solución? Seguramente allá, lejos, en el otro lado, la vida sería perfecta… ¿o no?

Escena de El viaje extraordinario de Celeste García. Foto: Festival Internacional de Cine de La Habana
 

Se entrecruzan estas interrogantes con otras, y se te arma un amasijo de dudas en la cabeza, y, de repente, el que está sentado a tu lado en el cine te resulta familiar, porque sabes que, aunque no lo diga en voz alta, está pensando lo mismo que tú, está consciente de que en algún momento de su vida le pasó lo mismo… o le pasará.

El viaje extraordinario de Celeste García es el pretexto. Es, solamente, la película que necesitabas ver ahora, justo en este momento de tu vida (tengas la edad que tengas) para pensar en aquello en que no piensas nunca, porque dejas correr el tiempo sin darte cuenta. Es una comedia, un tanto melancólica, o, como la definió su director Arturo Infante mientras conversábamos: “una película optimista en tono menor”. Es su primera obra en el cine, ya no solo como guionista, sino como el artífice mayor, y es, ante todo, el grito compartido de muchas generaciones de Cuba y el mundo.

María Isabel Díaz, la tan querida actriz de nuestro país desde que integrara el elenco de Una novia para David, aceptó la propuesta de Infante desde la distancia y, cuando regresó a rodar las escenas en Cuba, ya tenía construido el personaje de una manera magistral.

“Esa decisión era fundamental, tenía que escoger a la actriz adecuada porque está en toda la película. Quería que tuviera su cualidad, esa mezcla de melancolía en la mirada y comicidad contagiosa”.

Celeste es, entonces, esa mujer víctima de la violencia, porque tiene un esposo egoísta e intolerable, ante el cual ella solo tiembla de miedo, y evita enfrentarlo. Por su culpa, la de él y la de ella misma, pierde su trabajo como profesora de Geografía, pierde su valor como persona, y deja que la frustración le gane.

“Quería que Celeste fuese vulnerable, y que esa vulnerabilidad un día se trastocara en decisión”. Y sucedió. Al fin. Aprovechó la oportunidad que el destino le puso delante: su esposo murió, pero ya su vida era gris.

Después le llega la carta de invitación para viajar al planeta que, amistosamente, mantiene relaciones con Cuba y la ciencia ficción permite al espectador convencerse de que en su lugar hubiera hecho lo mismo. Prepara una maleta y decide aventurarse, y ese es el motivo por el que se relaciona con otras personas cuyas vidas están llenas de insatisfacciones.

Se castiga la bondad, oí decir a un cinéfilo, y le pregunté a Infante. “Esa puede ser una de las lecturas. Ya no es mi película, ya es la de todo el que la vea. Eso me alivia porque cargo con esa responsabilidad hace tiempo, como parte del proceso creativo. Celeste es bondadosa y no dejará de serlo, y oportunistas como esos jóvenes que abusan de su bondad nos encontramos en nuestro camino todos los días. Es la vida”.

Que Infante quisiera en su ópera prima incursionar en este género y mostrar efectos especiales y naves cual platillos voladores fue todo un reto.

“Necesitamos el Planetario de La Habana porque Celeste vive ese mundo. Ella tiene ese universo de cartón y de piedra que ella añora y que no es realidad. Yo jugaba con esa metáfora, porque hacia el espacio es ese viaje que se emprende después.

“La idea de la nave espacial con el halo de luz que abduce a las personas me encantaba, pero quería que fuese convincente. Encontré a Remache Estudios y a Víctor López, quien supervisó todo. El proceso se planificó al detalle, se insertaron las imágenes. Fue una secuencia, no más… no quería abusar de los efectos especiales. En festivales foráneos me preguntan y con orgullo digo que se hicieron en un apartamento en el Vedado, porque quedé complacido”.

Otros actores —Omar Franco, Beatriz Viñas, Néstor Jiménez, Andrea Doimeadiós, Reinier Díaz, Yerlín Pérez, Tamara Castellanos, Verónica Díaz y Roberto Espinosa— completaron el elenco, “y fue extraordinario el trabajo con ellos. No hice mucho casting, pensé en los actores desde el inicio, y es como trabajar con una orquesta sinfónica, donde todos los músicos son buenos”.

La película, galardonada con el Gran Premio del Jurado en el Concurso de Nuevos Directores del Festival Internacional de Cine de Seattle, en Estados Unidos, y estrenada en el festival de cine de Toronto, está en cartelera en cines de La Habana hasta el 22 de junio, luego recorrerá las provincias.

Infante espera. “Yo soy guionista, sobre todo trabajo escribiéndole guiones a otros directores. Esta fue mi primera película al mando, y aunque tengo otras ideas bajo la manga, todavía no sé cómo seguiré. No sé si volveré a los platillos voladores, o si buscaré vampiros, no sé aún. Experimentaré, eso es seguro, porque me gusta hacer el cine de esa manera”.