A propósito de Perros que duermen

Laidi Fernández de Juan
4/10/2017

La novela más reciente del polifacético artista malagueño Juan Madrid, Perros que duermen (Alianza Editorial, S.A, Madrid 2017), rinde homenajes de variada índole, aunque todos nacidos de una misma naturaleza. El autor, —periodista, guionista de cine y de televisión, narrador, historiador, profesor, y uno de los máximos exponentes de la novela negra europea—, despliega toda su destreza narrativa, ya conocida entre nosotros, para hilvanar tres líneas argumentales bien enjundiosas, que se entrecruzan.

foto del escritor Juan Madrid
Juan Madrid, polifacético artista malagueño y autor de la novela Perros que duermen. Foto: Europa press

 

El título, muy en sintonía con la trama de la novela, y calzado por una cita del poeta Nazim Hikmet: “Tenéis generaciones esperando, masas dormidas, perros que nos despedazarán cuando despierten y sea la hora”, alude obviamente a la presencia física de perros que merodean entre detritus humanos [“perros devoradores de cadáveres durante la defensa de Madrid”, (p.105); “perros vagabundos y hambrientos que estaban por todas partes en el frente y en Madrid” (p.125); “perros hambrientos arrancaban carne de los cadáveres, hozando como jabalíes” (p. 127)], hasta llegar al carácter carroñero que puede denigrar a un ser humano, tal como se infiere del poema citado. Así, uno de los protagonistas, (Juan Delforo, preso en el Penal del Puerto) confiesa su recurrente pesadilla: “Veo a perros hambrientos devorando cadáveres, y parecen soldados fascistas pero son perros, perros de uniforme, un ejército de perros que nos atacan” (p. 279).

La trinidad argumental está integrada por tres personajes protagónicos, que a su vez representan igual número de épocas, de ciudades españolas, y de contextos históricos imbricados unos con otros. A modo de resumen, ya que se trata de una novela de 430 folios, diré el nombre de quién simboliza cada ciudad, y el año que corresponde a cada uno de estos tres pasajes.

Burgos, 1938: El investigador falangista Dimas Prado se encarga de dilucidar el asesinato de una joven prostituta; Málaga, 1945: Juan Delforo Farrel, militante republicano, es detenido y condenado a muerte; y su hijo, Juan Delforo Muñoz, periodista actual y exmilitante antifascista, en el Madrid del año 2011 recibe una insólita herencia, que vincula a su familia con el notorio anticomunista Dimas Prado, “un hombre con alma de perro”, (p. 350).

Puede decirse que esta obra, considerada por la crítica como la más ambiciosa de Juan Madrid, es, al mismo tiempo, bélica (las descripciones de la lucha encarnizada en varios frentes de combate, como la famosa batalla de Teruel, resultan no solo estremecedoras sino detallistas, verosímiles hasta para el más exigente experto en literatura de guerra), de suspense (intrigas, asesinatos, acciones policiales) y, más que nada, histórica. La vehemencia del autor, depositada en aras de develar falsedades (como la supuesta no intervención de otros países en la guerra, y como la verdadera escena de la transición, “un pacto de las élites”), resulta eficaz remedio contra la desmemoria, contra la manipulación. Funciona como alerta ante la tendencia a ciertas apatías que contemplamos en la actualidad, cuando el descompromiso y la indiferencia campean por doquier. Sin que se note, Juan Madrid nos lleva por los vericuetos de las historias (en las que no faltan considerables dosis de amor), basándose en datos, en hechos concretos bien documentados. “Me sobran recuerdos” nos dice al final, cuando ya nos habla con su voz, y se abre el pecho para declarar sin ambages que dedica esta obra a sus padres (Juan Madrid y Carmen Muñoz), quienes aparecen bajo los disfraces de Juan Delforo Farrel y Carmen Muñoz Blanco.

En la novela, el personaje que encarna a su padre real (si participamos en el juego de homenajes), pretendía escribir un libro, (labor que nunca realizó)  “que contara el oprobio, la humillación, la terrible represión, y la lucha que continuaron después de la derrota aquellos milicianos republicanos que nunca se dieron por vencidos”. Y, claro está, es el hijo-periodista (Juan Delforo Muñoz-Juan Madrid) quien asume la gigantesca tarea de llevar a efecto tal escritura.

La Guerra de España, como se le conoce en Cuba, despertó movilizaciones a nivel mundial, como nunca antes ni después ha ocurrido. Nuestro Pablo de la Torriente Brau, entre otros, ofrendó su vida en esa contienda, y nuestros padres y abuelos aún relatan los comités prorepública que se formaron en nuestra Isla, las actividades en apoyo a dicho movimiento independentista, que al cabo, fue condenado al fracaso. Perros de duermen es, más allá de un riguroso ejercicio literario colocado en función de la Historia, un tributo a la larga lucha contra el dictador (Franco) durante cuarenta largos años, la cual, según palabras de uno de sus protagonistas, “es el monumento ético más importante del siglo XX europeo” (p. 381). Insto al público cubano a leer esta magistral novela, hecho que podrá ser posible si Juan Madrid nos obsequia, como es su solidaria costumbre, la posibilidad de una edición en Cuba. Ojalá!